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Piterman se salió con la suya

Pues sí, al final estuvo en el banquillo. Se autoacreditó como fotógrafo de la página web del Racing y se salió con la suya. ¿Y tú qué piensas?, me preguntan los amigos. Pues que por un lado qué voy a decirte, y que por otro lado, qué quieres que te diga. Visto desde la lógica del mundo extrafutbolístico, lo que pretende Piterman es defendible. Se ha comprado un negocio y se siente con el derecho a llevarlo de la manera que mejor le convenga. Visto desde dentro del fútbol, resulta grosero y agresivo con unos hábitos centenarios.

Lo que de verdad pienso es que no hay por qué tomarlo demasiado por la tremenda. Ese sería el consejo que le daría a la Federación, si ésta estuviera dispuesta a escucharme algún consejo, que ya sé que no. Y al Colegio de Entrenadores, que seguro que tampoco. La hostilidad extrema contra la pretensión de Piterman ha supuesto por un lado una derrota federativa y por otro un mayor eco a la pequeña hazaña de este hombre. Y ha sido un contrasentido, puesto que se le quería prohibir algo que ya venía haciendo en el Palamós.

Supongo que esto hará sufrir a los buenos aficionados del Racing, que ven a su club convertido en comidilla y en escenario folklórico. A ellos también les animaría a no tomarlo por la tremenda, a que recuerden que hay y ha habido presidentes que sin sentarse en el banquillo han hecho verdaderos destrozos, y entrenadores de carrera y carné que también los han hecho. A que miren con indulgencia a esta mezcla entre aventurero de fortuna y místico del fútbol que ha comprado ese viejo y querido club porque la ciudad lo ha permitido.