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El Atlético puede provocar un efecto dominó

El Atlético ha renovado su contrato de televisión, de manera que ya no son dos, ya son tres: Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid. Ha renovado por libre, desatendiendo los razonamientos de la Liga de Fútbol Profesional de que sería mejor para los clubes volver a vender los derechos en conjunto, como un todo que produce la competición, para luego repartir entre todos. Así se hizo en 1990. Siete años más tarde, una oferta de Asensio hizo saltar aquel acuerdo y cada cual vendió por su cuenta. Fue cuestión de oportunismo. Todos ganaron más, pero todos lo han malgastado.

La pretensión del regreso a la fórmula de vender todos en conjunto parece acabada. Ya se daban por perdidos Madrid y Barça, porque hace bastante tiempo que estaban renovados por cinco años más. Pero no cuesta considerar al Madrid y al Barça caso aparte. Son gigantes. Pero ahora el que rompe la disciplina de la Liga es el Atlético. No tan gigante. Pero es que el Atlético se sabe también mayor que el resto (hasta en Segunda División) era el tercero en pinchazos del pay per view) y además tenía una necesidad inaplazable de dinero. Por eso lo ha hecho.

Y porque la negociación en conjunto no es más que una ensoñación si antes no se consensúa una fórmula de reparto del dinero. Y las disparidades en este sentido son tremendas. En ese colectivo hay históricos venidos a menos (Athletic, Sevilla), otros con menos historia venidos muy a más (Depor, Real Sociedad), un Valencia con pasado y presente, otros sin pasado ni presente pero que dicen, con razón, que sin ellos no habría liga. Por eso no será de extrañar que tras el Atlético corran otros, ante el temor de que los últimos que renueven cobren menos que nadie.