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Primera | Real Madrid

Raúl está en Primera desde los diecisiete

A Jesús Gil le molesta que Raúl celebre con especial énfasis los goles que le mete al Atlético. Lógico. Es el reflejo culposo del que tiene mala conciencia. Gil se cargó la cantera y la riada de su torpe decisión se llevó por delante al chaval que ahora hace historia con el eterno enemigo. Raúl es y será blanco para siempre. Manolete, se siente.

Raúl está en Primera desde los diecisiete
JESÚS AGUILERA

Era un chaval de barrio. Flaquito y con las piernas arqueadas, al estilo Pirri. El entorno donde habitaba ayudaba poco. O mucho, según se mire. No era Villa Fiorito, donde Maradona se enamoró de una pelota de trapo para huír de las ratas y del estiércol, pero tampoco en la Colonia Marconi las casas de ladrillo arcilloso y cal blanca de corta duración dieron el menor aliento a un crío de 17 años. Tampoco le hacía falta. Raúl, González por parte de padre y Blanco (premonitorio) por parte de madre, nació en un rincón maltratado del sur de Madrid con instinto depredador, con una ambición que le hacían parecer más alto, más maduro, más hombre... Pero sólo era un niño. Un detalle en el que nadie reparó cuando Jorge Valdano le llamó a filas en aquella mañana del 28 de octubre de 1994. Llegó a casa, comunicó la buena nueva y se dispuso a hacer las Américas del fútbol sin importarle si en la travesía pudiese morir deshidratado por la crudeza de esa élite con la que tantos sueñan y en la que tan pocos sobreviven.

Valdano, su auténtico descubridor, lo define con fiereza descriptiva: "El día antes de su debut le planteé una cuestión para ponerlo a prueba. ‘Estoy pensando en ponerte de titular, pero me da miedo que te asustes’. Me miró con cara de asombro y me dijo lo que quería escuchar. ‘Si quiere ganar póngame a mí y si quiere perder ponga a otro’. Hay jugadores que son hombres cuando tienen edad de juveniles, que son ganadores antes de haber ganado nada, que siguen aprendiendo después del éxito. Todos esos casos extraños coinciden en Raúl, un tipo que, encima, parece normal...". ¿Lo captas, Manolete?

Fernando Torres no ha irrumpido en circunstancias tan adversas. Tuvo el predicamento de las selecciones inferiores desde que era un imberbe y gozó de dos años de Mili en el primer equipo del Atlético curtiéndose en los campos de Segunda. Raúl pasó de la modesta habitación de casa con pósters de Hugo Sánchez y Butragueño a compartir gloria y andanzas con Zamorano, Redondo y Laudrup. Ni pestañeó. Hierro le acogió en adopción como padre deportivo y pronto se comportó como un veterano de guerra...

Con ese espíritu de marine curtido en la jungla de Vietnam se olvidó de su pasado rojiblanco (que Gil fumigó a su estilo, de un brochazo) y aprendió a amar el escudo del Imperio ganando Copas de Europa (3), Ligas (3) e Intercontinentales (2). Títulos que a Torres le deben sonar como a Ana Frank la palabra ‘Libertad’ cuando se escondía en un trastero de Amsterdam. Raúl es el rey. Y punto.