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Fútbol español, fútbol inglés

Hoy tenemos fútbol en el Bernabéu. A campo lleno. Ayer ya no había papel. Pero los jugadores acuden al partido un poquito a regañadientes. No sólo los del Sevilla, que se quejan de pagar los platos rotos de una juerga (la Intercontinental) que no es la suya. El Sevilla está muy mosca porque no es esto lo único en lo que se siente avasallado por la Federación. También en lo del cierre de su estadio, que le parece excesivo frente al del Barcelona, y artera y tardíamente comunicado. Pero no sólo el Sevilla se queja: también Helguera. Y es de suponer que su sentir lo comparten otros.

Se quejan porque este partido precipita el fin de las vacaciones y porque sin duda les ha obligado a una austeridad que casi podríamos llamar antisocial en la noche del 31, la gran fiesta internacional del desmadre. Les comprendo. Pero me llama la atención el contraste con Inglaterra, donde estos días se han jugado partidos a tutiplén: jornada completa el 26, jornada completa el 28 y jornada completa ayer, primer día del año. Así que en su caso está claro que la noche de San Silvestre fue estrictamente monacal. Y no es cosa de este año: es una profunda tradición del fútbol inglés.

¿Y por qué es así? Porque el fútbol nació allí y está más imbricado en la sociedad que en ningún sitio. No vería bien faltar a la cita con la afición justo cuando en todas las ciudades hay ganas de compartir alegrías, cuando los niños no tienen escuela, cuando todo el mundo tiene ganas de salir, de verse, de gastar... Igual que en España siempre hay toros en las fiestas locales, en Inglaterra es impensable que pueda faltar el fútbol en el gran periodo festivo del año. Así que allí, ni pensar no ya en un parón invernal, al estilo alemán, sino ni siquiera en minivacaciones a la española.