Yo digo Tomás Roncero

Lo normal: R. Madrid 2, Atlético 0

Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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El Madrid terminó el mágico año del Centenario como lo empezó: ganando al Atlético. Ya se sabe que con ellos nunca hay pachangas. Ahí están acechando, esperando que sufra cualquier desmayo para lanzarse sobre su odiada presa y hallar ese punto débil que desde hace décadas buscan como si fuese el Santo Grial. Rastreo estéril. El 2 de enero de 2002 ganaron los de siempre (piezas blancas) y el 29 de diciembre repitieron faena los veteranos, esos que dan sentido al enunciado que ha escrito la leyenda de este Club: Veteranos y Noveles.Vi a mi admirado Rafa Martín Vázquez hacer caños de lujo, fintas que firmaría ahora mismo Zidane y meter un gol con la zurda por la escuadra, similar a uno de los dos que le clavó a Osasuna en El Sadar en 1990 (0-2), poco antes de marcharse al Torino para desesperación de los que degustábamos su fútbol de seda.

Desde Magdaleno y Mel, que siempre llevaron el gol en la sangre, pasando por Richi Gallego, sin olvidar los derechazos letales de Míchel... Enfrente la figura era Julio Prieto, con más tripita que Manolete, pero el Madrid maquilló su victoria para no ensañarse. Es Navidad... Eso sí, al final pidieron un presunto penalti para taparase. La vida no cambia. Da igual la edad que tengan. Son como niños... ¡Ese eterno victimismo! Para poner más broche de lujo al Centenario, 24 horas antes unos críos que miden menos de 10 palmos se dieron un homenaje triunfal en Gran Canaria. No brillaron, pero tumbaron al PSG, al Atlético y al Barça con un sentido metódico del fútbol. El golazo de Nacho al Barça en el último suspiro fue la releche... blanca. Desde los peques a los carrozas, todos vuelven con una Copa de más. Insisto, Blanca Navidad.

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