Fútbol autonómico: una tradición recuperada

El parón de la Liga ha ido reabriendo con los años un espacio tiempo atrás perdido en el fútbol español: el de las selecciones autonómicas, antes llamadas regionales. No es una novedad, contra lo que a veces se piensa. Este tipo de partidos tuvo su arraigo tiempo atrás. En Madrid era tradicional el que solía jugarse a beneficio de la Prensa. La irrupción de las competiciones internacionales fue recargando los calendarios y llevó esos partidos al olvido. Con la transición, que vino acompañada de la reclamación de signos de identidad por muchos territorios, cobraron nuevo interés.

Sobre todo en el País Vasco y en Cataluña, las autonomías más reivindicativas en este aspecto. Luego fueron apareciendo otras. Este año es novedad la Selección Balear, mientras que desaparecen Cantabria y Galicia. (En realidad el puesto de esta última lo ocuparon el Depor y el equipo de la Costa da Morte). Siguen ahí Andalucía, Valencia y Asturias. Los rivales son de distinto pelo, aunque selecciones nacionales en todo caso. Desde el exotismo de China, que por primera vez pisa España para jugar un partido, hasta clásicos como Chile y Yugoslavia. (O lo que queda de ella).

Para el aficionado común es una bonita oportunidad para comprobar el nivel, siempre fluctuante, del fútbol de su terruño. Para el más reivindicativo, es una ocasión de expresar su deseo de ver a su selección jugando, de igual a igual con otras, en eurocopas o mundiales. Pero eso no pasa de ser una ensoñación, un fantasma que cada poco esgrimen los soberanistas para escándalo de españolazos a machamartillo. La FIFA sólo admite como miembros a federaciones de países-estados. ¿Y las cuatro federaciones británicas? Esas ya existían antes que la propia FIFA.