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De la remontada galáctica a Rafa Guerrero

Al Madrid le sienta bien perder por dos a cero. Se le vio ante el Recre y se le vio de nuevo anoche, en Málaga. Una vez más se comprueba que tiene que verse al borde del precipicio para arremangarse. Es un mal que le viene de unos años acá y que resulta difícil de erradicar, por lo que se ve. Es un mal que le complica mucho la marcha en la Liga, el torneo de la regularidad. No resulta grave del todo salvo que los goles se los metan tarde, porque entonces no hay tiempo para la remontada. Pero si se los meten pronto, con minutos por delante, gana seguro.

Y ayer se los metieron pronto. Se los metió un buen Málaga, con el imponente Musampa, con la variedad de ataque que provocan Darío Silva y Dely Valdés, con todo el buen tono del equipo. Un equipo que ganó en Leeds y que ayer tenía cara de ganador en el descanso. Pero medio partido es suficiente para que un Madrid enchufado marque tres goles en cualquier campo. Cuando a tanta calidad se une el entusiasmo, ese equipo es imparable. Y en especial anoche, en Málaga, donde Zidane enterró su pequeño bache e hizo una exhibición, con golazo incluido.

Y de ahí a Mallorca, a ver a Rafa Guerrero, que dura y dura, como esas pilas. Como aquel día en Zaragoza (también entonces su fallo vino a remediar a un Barça en apuros, por cierto), vio lo que nadie había visto. Y recomendó a Iturralde, que tiene el gatillo fácil, la expulsión de Novo, mucho menos culpable en el pequeño rifirrafe que Motta. Así que el Mallorca se quedaba con diez. Luego Etoo, que tiene un sonajero en la cabeza, se tomó la justicia por su mano y dejó al Mallorca con nueve. Oxígeno para prolongar la agonía de Van Gaal, de Gaspart y del Barça todo.