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FIFA: el congreso se divierte

Lo contó El Larguero la otra noche: la habitación de Blatter costaba medio millón al día. Bueno, la habitación, no, las dos suites de que dispuso. Una, la Suite Presidente, la mejor del hotel, que ocupó. Otra, la contigua, que se reservó por si acaso. Y al segundo día de estancia había acumulado dos millones y medio de gastos en la habitación. Y no estaba solo. Eran sesenta. Y todos gastando a todo trapo, para bien del sector de hostelería y servicios de mi viejo poblachón manchego, pero para escándalo de quienes piensan que se puede vivir bien sin necesidad de tan obsceno derroche.

Así es la FIFA, que cabalga a lomos de ese maravilloso juguete que es el fútbol. Gasta mucho y se esfuerza poco. Ya vieron la gala, bastante tediosa, venga y venga premios a los mismos, que subían y bajaban en distinto orden a coger los distintos modelos de trofeo al mejor del Mundial, al mejor goleador, al mejor portero, al mejor de esto y al mejor de aquello. Por dar, se le dio hasta un premio como la selección de fútbol más divertida a la de Corea. Está bien que en esto del fútbol no tengamos todos el mismo gusto, pero aquello ya resultó demasiado.

Pero así es la FIFA, que luego no tiene ni la mínima autoridad moral para colocarles su escudo a los jugadores que de verdad son dignos de formar una selección mundial. Así es la FIFA, que le aseguró al Madrid que pararía el fútbol para esta ocasión y no lo hizo. Se sostienen unos a otros en un sistema de cooptación que les mantiene fuera del alcance de cualquier control razonable. De cuando en cuando se lían a farolazos entre ellos, pero luego se arreglan y siguen repartiéndose lo que hay, que es mucho. O gastándoselo alegremente en guateques de este tipo. ¡Qué tíos tan listos!