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Hay presidentes que son peores que el tabaco

Los entrenadores se van especializando. De aquella vieja figura, parecida al médico de cabecera, van saliendo un sinfín de especialistas, capaces de afinar su capacidad para determinadas tareas concretas. Así, Irureta se ha especializado en rotaciones y Del Bosque en megaestrellas. Benítez sabe darle al equipo un vigor de decatleta olímpico y Víctor Fernández elabora equipos de juego sensible y grato. Luis se especializa en el Atlético de Madrid y Van Gaal en el Barcelona, y así le va al Barcelona. Y Javi se nos está especializando en cirugía extrema. En operaciones a corazón abierto.

Así es la vida. Después de una sinecura de seis años largos en la Selección (su larga permanencia en ella es una mancha que Villar tardará en limpiarse) ahora le toca otra cara del fútbol. La cara de perro. Pero se atreve con ella y hace bien. Y me parece que puede valer para esto. Le fue bien en el Betis, al que salvó, le fue bien a la Real, a la que salvó, aunque luego le echaran y le fue bien en el Olympique, al que iba a salvar cuando le echaron. Sólo le fue mal en el Tenerife, que se le marchó a Segunda. Ahora se apunta al Espanyol, que también necesita cirugía extrema. Como los anteriores.

¿Y por qué necesita cirugía extrema? Porque hay presidentes que son peores que el tabaco. Nunca me podré explicar por qué Sánchez Llibre echó a Flores, que tenía liderazgo y tenía una idea. (Viene a ser lo mismo). El Espanyol iba definiendo su personalidad, con náufragos de la Quinta del Mini y catalanes de la plantilla. Y funcionaba. Estaba ante una gran ocasión. Pero nada protege a un club de un presidente excesivamente cebollino, como es el caso de Sánchez Llibre. Le dio por echar a Flores y ahora, con el club tumbado en el quirófano, llama a Javi a que lo salve. Ojalá lo consiga