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El fútbol al rescate del Centenario

Como Gatti, yo también estuve allí hace veinticinco años. En 1977. El Madrid vivía una deprimente decadencia, con Santiago Bernabéu envejecido y enfermo (moriría no mucho después, en verano del 78, cuando empezaba el Mundial de Argentina), el club metido en deudas y sus viejas copas oxidadas. Quedaban lejos los tiempos de Di Stéfano y el poder se había desplazado a la Europa fría. Ajax, Bayern, los ingleses... El club montó un conato de mundialito, con Argentina y dos clubes campeones de los continentes sin tradición. No coló. Resultó pobre.

En eso pensaba ayer, cuando esperaba el resultado del festejo montado para esta ocasión. Muy cuesta arriba. Por las ausencias, algunas previstas y otras imprevistas, algunas irrelevantes, otras muy sensibles. Por la lluvia, que sacudió, como suele ocurrir en este país de secano, cuando menos se agradece: en toros, en bodas, en comuniones, en puentes, en fiestas... en centenarios. Por la saturación de oferta de espectáculo en general y de fútbol en particular que todos vivimos y que hace difícil que un partido amistoso movilice a la afición, por mucha solemnidad que se le ponga.

Pero resultó. Resultó porque lo de hoy es mucho Madrid. Está lejos aquel club decadente y mortecino de veinticinco años atrás. Lo de ahora es mucho Madrid y su convocatoria superó todas las dificultades. Gente en las gradas, cinco balones de oro en el prolegómeno, fútbol sobre el césped (¡qué bonito es ver a Maldini, a Baggio, a Rivaldo, a Klose, a Kaka!), la solemne interpretación del himno, goles, el fútbol abriéndose paso contra una conspiración de dificultades. El fútbol, siempre el fútbol. El fútbol ha salvado el Centenario del Madrid, cuyos fastos vacuos han pinchado.