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Intercontinental | Real Madrid

Como héroes

Casi 2.000 aficionados aclamaron a los campeones del mundo, que regresaron felices a casa tras volar 14 horas y hacer 12.000 kilómetros.

<b>RONALDO MUESTRA SU PORTADA</B>. Nada más aterrizar, los jugadores pudieron leer lo que se había publicado sobre la conquista de la Tercera Intercontinental en Japón.

Las victorias deben tener un marcado carácter terapéutico. Sólo así se explica que después de cruzar 12.000 kilómetros, haberse acostado sólo media hora (lógico tras la celebración nocturna en Tokio), empalmar con el aeropuerto de Narita, meterse la paliza del viaje saliendo a las 12:30 de la mañana con luz solar, ser de noche a medio camino (mientras se sobrevolaba Bielorrusia) y aterrizar en Barajas a las 18:30, tras 14 horas de travesía, con la corbata desanudada y el sudorcillo axilar en plena ebullición, los reyes del mundo llegasen con la sonrisa de oreja a oreja y dispuestos a recibir el calor de su pueblo.

Les esperaban casi 2.000 fieles, número que sólo se ha dado en las grandes citas (la Séptima, la Octava o la Novena). El triunfo de Yokohama sirvió para reivindicar a un equipo que lleva cinco años instalado en la pasarela Cibeles del fútbol de élite. Lo denotaban sus caras desde que partimos de Tokio. A excepción de Ronaldo, que tuvo el feo gesto de negarse a firmar autógrafos en Narita a los seguidores blancos que se acercaron a pedírselo, los héroes de la tercera Intercontinental escondieron su sueño acumulado y su desgaste físico compartiendo su alegría con una afición que se dio media vuelta al globo terráqueo para ver in situ a su equipo de dibujos animados.

En el vuelo reinó una calma plácida, dado que la mayoría de los hombres de Del Bosque se tomaron la famosa pastillita que les tuvo durmiendo casi todo el trayecto. Por cierto, éste transcurrió por los cielos de varias de las escalas clave del Madrid en este año que se avecina posterior al Centenario: Vladivostok, Siberia, Moscú (próximo rival en Champions), Varsovia, Viena, Milán (máximo enemigo para la Copa de Europa), Génova, Marsella (Zidane miró por la ventanilla), Barcelona (¡qué les voy a contar), Zaragoza y Madrid (por fin en casa).

Al llegar a Barajas los conquistadores de la Copa Intercontinental recuperaron la alegría y se olvidaron del cansancio en cuanto barruntaron el impresionante recibimiento que les esperaba por parte de la afición que más alirones de prestigio ha cantado en los últimos años.

En la recogida de maletas también tuvieron la oportunidad los triunfadores de Yokohama de leer la crónica y los artículos que AS les dedicó en su edición de ayer para homenajear su triunfo ante el Olimpia de Asunción. Ronaldo fue el primero en recibir un ejemplar de As, al que le siguieron Florentino, Valdano y el resto de componentes de la plantilla madridista.

Después, se abrieron las puertas y casi 2.000 fieles a la causa les aclamaron y vitorearon, mientras que la Copa Intercontinental era protegida en una caja de seguridad antes de reposar en esa sala de trofeos que ya es un museo sin igual en el mundo.