El punto cumbre de la gran leyenda

El Madrid puso la guinda a su mejor época conquistando la Intercontinental después de ganar cinco Copas de Europa consecutivas (1956, 57, 58, 59, 60). Con aquella victoria, el equipo de los Di Stéfano, Gento, Puskas y compañía llegaba a la cima de su leyenda. Hubo que esperar 38 años desde aquel 4 de septiembre de 1960 (el Madrid ganó la primera edición del torneo) para que llegara la segunda Intercontinental.

En el partido de ida, jugado en Montevideo, el Peñarol, empujado por su público y favorecido por las malas condiciones del terreno de juego (embarrado por la lluvia) tuvo contra las cuerdas al Madrid, aunque no consiguió marcar por la gran actuación del portero argentino Domínguez. El 0-0 era un buen resultado (Di Stéfano dispuso de dos ocasiones para marcar, pero el meta Maidana las abortó) y el Real quedaba como claro favorito para el partido que se disputaría en el Bernabéu dos meses después.

El encuentro de vuelta, jugado en el Bernabéu ante 125.000 espectadores, fue, como se esperaba, otra historia. La placentera estancia de los uruguayos en la víspera del encuentro (una tarde en Las Ventas, visita obligada a Chicote y una mañana de compras) les convertía, más que en un rocoso rival, en un placentero huésped.

Cuando míster Alston pitó el inicio del encuentro el vendaval blanco comenzó. El Madrid dejó sentenciado el trofeo marcando tres goles en los diez primeros minutos de juego. Cañoncito Puskas, que anotó sus dos tantos en esos primeros 10 minutos, fue el héroe del encuentro. Miguel Muñoz dio a sus hombres la orden de salir a golear y estos la cumplieron al pie de la letra. Di Stéfano, Herrera y Gento marcaron los otros tres tantos.