Al menos, un poco de respeto
La gloriosa historia de la sección de baloncesto del Real Madrid se convierte en un atormentado síndrome para todo entrenador que entra de nuevo en el Club, como Javier Imbroda.
Da la impresión de que su mayor placer sería que esa historia no existiera para poder empezar a crear la suya personal. Desgraciadamente para él, existe, y lo único que hace es esperar a que alguien la continúe e incluso la supere, cosa que por el momento parece algo difícil.
No es de recibo pedir que el aficionado madridista borre de su memoria o deje de leer las hazañas pasadas de su equipo. En cuanto a la afirmación de que antes éramos un puñado de amigos que se reunían de vez en cuando y ganaban por treinta puntos no sólo es una falta de conocimiento y respeto: es una insensatez.