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Me niego a que me tachen de oportunista. Pero lo parezco. Me pongo la venda en los ojos para justificarme porque debo reconocer que Steve McManaman (que me recuerda a Nicole Kidman pero en tío) ofreció anoche un repertorio de cómo se debe jugar entre líneas para hacer del fútbol un ejercicio tan sencillo como masticar o respirar. Este británico de sonrisa perenne, que ha cambiado gustoso la Guiness negra por la Mahou, que se casó en el paraíso donde iban de luna de miel nuestros padres (Palma de Mallorca) y que fue partícipe directo de la conquista de la 8ª y la 9ª, ha encontrado en Ronaldo a su cómplice perfecto de fechorías para reivindicarse. Yo era de los hombres de poca fe que le daba por perdido para la causa. Pero debo ser justo.

En el debut de Ronaldo ante el Alavés, Macca fue el asistente del 11 en el segundo gol del carioca a Dutruel. Ante los rebeldes atenienses, Ronaldo le devolvió la gentileza y se inventó una bicicleta (que no son sólo para el verano) que habilitó al funambulista de Liverpool para firmar el doblete del inglés en una velada que empezó con música de culto y terminó como un concierto de punk. En el fondo, Ronie y Steve se adoran. En la web del brasileño (www.R9.com), éste se refiere a Macca en estos términos: "Steve, eres un cachondo. Eres un compañero que haces piña. Ríes y haces reír a los demás...".

Macca es como el gracioso de la clase que animaba las odiosas clases de trigonometría. Pero si encima marca goles, que se le perdonen sus lagunas y se olviden del grosor de su nómina. Eso sí, el tal Centeno chafó su fiesta con un gol puñalero... y Zizou en el banquillo. ¡Vuelve Raúl!