Entrevista Juan Carlos Holgado
Convertimos al Rey en el gran talismán
Juan Carlos Holgado, Alfonso Menéndez y Antonio Vázquez pasaron con más pena que gloria por la competición individual de tiro con arco. Nadie reparaba en ellos, pero llegó el día de la competición por equipos y ganaron el oro.
Diez años después en el imaginario nacional se identifica a Rebollo con la medalla de oro del equipo español de tiro con arco.
Rebollo fue la estrella de los Juegos de Barcelona. Su lanzamiento fue un éxito que se recuerda en todo el mundo. En aquella Selección fue el cuarto, el último que dejó el equipo. Para nosotros es, cariñosamente, el mechero olímpico.
Aquella medalla de oro fue, posiblemente, la más sorprendente de todas las conquistadas por España.
No partíamos de favoritos y, como la competición es en un día, no da tiempo para interesar a la gente. Estuvimos a punto de ser excluídos del ADO, pero al final nos mantuvieron.
¿Se sorprendieron ustedes?
Pues sí, y de hecho nos presentamos en la competición sin el uniforme del protocolo porque no imaginábamos que el podio sería posible. Salimos relajados y nos llevamos el oro en una tarde memorable.
¿Es verdad que el Rey le dijo no sé qué de una faena?
Fue una anécdota más. Un par de días antes Su Majestad nos había visitado en el campo de tiro. Le comenté que íbamos a sacar medalla, porque como había estado en la vela y en la natación y nos había dado suerte, pues ahora también. Y fíjate, luchábamos por el oro, y aunque no estaba prevista su presencia, el protocolo le hizo venir. Cuando nos dio la enhorabuena nos dijo que vaya faena que le hacíamos, que iba a tener que ir a todas las pruebas. Estaba cerca un periodista de El País y ahí nació lo de Rey Talismán.
¿Cómo celebraron la medalla?
Fue una tarde muy movida, con visitas a todas partes. Primero nos llevaron a asearnos a la Villa, porque como llevábamos barba de tres días para evitar que el roce de la cuerda te irritase la cara, parecíamos auténticos presidiarios. El caso es que a las dos de la mañana no habíamos cenado y acabamos en Las Rablas, comiendo unas hamburguesas al lado del esquiador italiano Tomba, que estaba de incógnito en los Juegos.
¿Y en la Villa no hubo juerga?
Éramos un trío muy mojigato, muy formalito. La única alegría nos la daban las brasileñas del voleibol, que andaban todo el día en top less en sus apartamentos y se las veía con nitidez desde el nuestro. Para ellas aquello era muy natural.
¿Cuánto tiempo le duró la fama de aquel oro?
En Madrid, un mes; en mi tierra, Extremadura, aún se me recuerda. Alguna utilidad sí le saque, como el día que me paró la Guardia Civil y al ver mi carné de conducir me preguntaron si yo era el de la medalla. Y, como era, me invitaron a desayunar y se les olvidó lo de la multa.
¿Se ve con sus compañeros?
Aunque nos llegamos a odiar en algún momento de la preparación, nos dimos cuenta que el problema no era nuestro. Total, somos amigos, aunque a Menéndez, que dirige un club de natación en Asturias, le veo menos; Vázquez tiene un gimnasio en Baleares, y yo, en cargos directivos, sigo en el mundo del arco.