Entrevista Teresa Zabell
"Salir de favoritas nos presionó en exceso"
Theresa Zabell y su compañera Patricia Guerra eran las mejores del mundo de la clase 470 y lo demostraron el mismo día que el 470 masculino de Jorge Calafat y Quico Sánchez también lograba el oro. Theresa Zabell es en la actualidad eurodiputada del PP y presidenta de la Fundación Ecomar.
El oro de nuestro 470 femenino era uno de los seguros antes de los Juegos, pero casi lo estropean en dos días.
Partir de favorito sólo tiene inconvenientes: si ganas, cumples; si no ganas, fracasas. Por ejemplo, el triunfo de las chicas de hockey las convirtió en heroínas por lo inesperado, mientras que Patricia Guerra y yo tuvimos que sudar tinta para sacar medalla, y sólo para cumplir lo que se esperaba de nosotras porque habíamos ganado el campeonato de España, el de Europa y el del Mundo ese año. Pero el oro fue durísimo.
¿Lo vieron perdido?
El primer día nos descalificaron, aunque en el vídeo de televisión se veía que la embarcación que salía mal era Estonia, pero los jueces se equivocaron y pusieron España. Fuimos a reclamar y tropezamos con los jurados españoles, que nos impidieron que progresara nuestra petición. Al segundo día nos sacaron bandera amarilla. Aquello significaba que no podíamos fallar en ninguna de las cinco regatas siguientes. Un error, y fuera del podio.
¿Cuándo se percataron de que el 470 español se enderezaba?
El penúltimo día. Fue una jornada tremenda y muy complicada para todos, que nosotras controlamos mejor que nuestras rivales.
¿Se liga mucho en las villas olímpicas con tanto joven desbocado?
Supongo que habrá de todo, pero cuando llegas con la presión que teníamos nosotras, pues no había tiempo para pensar en ligar. Patricia y yo teníamos la obligación imperiosa de ganar, mientras que otros deportistas ya cumplían sus objetivos con estar en los Juegos y podían dedicarse más a otras cosas más lúdicas, vaya. Eso del ligar también es cuestión de tiempo, de ganas y de posibilidad.
Decían que España era un gran grupo en la Villa Olímpica, pero supongo que si no tenía tiempo ni para salir del Puerto Olímpico, también tendría problemas para conocer a otros deportistas fuera de la vela.
Ciertamente, los Juegos al margen de tu deporte los vives con dificultad. Cuando nosotros acabamos nuestra participación, prácticamente nos desalojaron de la Villa Olímpica porque llegaba la Selección de fútbol y había que hacerle un hueco. Además, pedías entradas para ir al atletismo, por ejemplo, para ver a Cacho, y tampoco había. Al final conoces a la gente con la que coincides en la Villa y poco más. Ni hay tiempo ni muchas facilidades.
¿Ha pensado como piensa celebrar hoy ese décimo aniversario de aquella medalla de oro?
De ninguna manera especial. Eso es algo que pasó y que ahí queda, que me trae muy buenos recuerdos y ya está. Con Patricia Guerra, que vive en Canarias, no coincido mucho, pero sí hablamos por teléfono con relativa frecuencia y nos enviamos correos electrónicos. Con la perspectiva del tiempo, mis medallas de oro auténticas son mis hijos, Olimpia y Eugenio. Y puestos a recordar, mejor el oro de Barcelona que el de Atlanta.