Admirados en Seúl
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Les aseguro que hemos seguido al pie de la letra los consejos de Camacho y estamos siendo prudentes a la hora de sacar pecho, pero no es fácil. Nos asedian las televisiones del mundo pidiendo detalles de nuestra Selección, nos preguntan por los posibles rivales en semifinales... la locura. Pero para contrarrestar, llamamos de cuando en cuando a Madrid y nos aportan una dosis de cordura. El Mundial se ve de otra manera a once mil kilómetros de distancia. Allí se mira más la historia, las pasadas decepciones y la maldición de cuartos, entre otros factores. Les aseguro, sin embargo, que aquí, en la capital coreana, España está de moda y su ascensión es meteórica.
No me gustaría estar en el pellejo del míster. Cambiar medio equipo, como parece que ocurrirá, tiene sus riesgos, pero es lo adecuado. Nuestro partido decisivo es en octavos. Pero tampoco se puede poner en riesgo la trayectoria de los nuestros. Un tropezón con Suráfrica frenaría la expectación. Hay que pedir que se cumplan los dos objetivos, el del descanso a los titulares y el de mantener viva la ilusión. Y un tercer factor: motivar a suplentes de lujo, a jugadores que no han rascado bola y que están en quinielas de traspasos millonarios. Mendieta es un buen ejemplo.
