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Morir con los buenos

Si hay una apuesta táctica que terminó hundiendo el discutido prestigio de Clemente como seleccionador fue la de poblar el centro del campo de naves torpederas (Nadal, Hierro...) en un empeño burdo por fortificar la Selección. Durante años le sirvió a Javi para maquillar la cruda realidad: España no jugaba bien al fútbol. Se ganaba a los más débiles y se caía con dignidad, pero siempre se caía, ante los más poderosos. Consecuencia: eliminados en cuartos y a casa.

Curiosamente, Camacho cuenta también con esa dupla erótica (Hierro y Nadal suman 69 años), pero los coloca en su sitio natural, como sheriffs del área. Pura coherencia. Por eso, creo que Camacho ha hecho bien en terminar decantándose por el tridente de lujo que posee (Valerón-Raúl-Tristán) para abrir boca ante los eslovenos. Si hemos de morir, que sea con los jugones en el pasto. Sólo se es grande si se juega con grandeza, y en ese empeño hay que aferrarse a los peloteros.

Sólo me apena ver que Camacho ha tardado en apostar por una propuesta tan seductora. Apenas en cuatro partidos ha jugado con ese torrente de talento, capaz de inventarse goles de vaselina (Raúl y Tristán son especialistas) o de darnos una versión dignificada del fútbol de Zidane (Valerón es el que más se le parece). No me fío del centro del campo, pero con ese tridente y Casillas de portero... ¡A soñar!