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Louis y Luis, blanquísimos

Figo, como buen portugués, tiene una mirada rotunda y sincera con la que te dice sin trampas todo lo que siente (rencor, simpatía, indiferencia...). El 24 de julio del año 2000 fue incapaz de sonreír mientras posaba en el Bernabéu con la camiseta blanca junto a Di Stéfano y Florentino. Lógico. Había pasado de ser un icono de la religión azulgrana a convertirse en el héroe del otro lado del puente aéreo. Por eso tardó ocho meses en confesarse "madridista". Figo debería haberse ido una noche de copas con Van Gaal en su época culé, haber mazado a base de cubatas al sargento holandés y éste le hubiese enseñado a tiempo el camino: "Sí, reconozco que soy vikingo". Luis y Louis han blanqueado sus corazones y ahí tienen su premio.

Florentino le regalará a Van Gaal un ‘Carnet de Madridista’. Se lo merece por su sinceridad. Figo también rentabilizó el paso que dio. Ha ganado su primera Copa de Europa, hecho que considera "inolvidable". Pero Figo es un ganador y se siente insatisfecho. Sabe que este año no ha sido el líder por el que Florentino pagó 10.000 millones de pesetas de las de antes y por eso barrunta una retirada del fútbol cercana. Aguanta Luis. Vuelve sano de Japón. El Madrid te pide un último apretón...