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Liga de Campeones | Iker, el héroe

Casillas obtuvo su revancha

La final del Hampden Park parecía que sólo daría cabida a un héroe con un apellido ilustre: Zidane. Pero la conquista de la Novena tenía un tapado, al que el madridismo se rindió anoche en el Bernabéu. Es Iker Casillas, su porterito, el crío de la cantera que evitó que el Real Madrid llorase en Glasgow. Las lágrimas se las reservó para él tras haber pasado un calvario que muy pocos conocen.

<b>SU SEGUNDA CHAMPIONS.</b> Con sólo 20 años, Casillas levantó ayer su segunda Champions.
AS

Llevaba casi tres meses sin salir en la foto. En silencio y con la rabia contenida, Iker Casillas intentaba asumir con madurez una situación que habría destrozado el equilibrio emocional de cualquier niño. Lo que es él. El lunes cumplirá 21 años, pero su hoja de servicios es digna de porteros que hicieron leyenda como Yashin, Maier o Schmeichel, uno de sus grandes ídolos. Ningún arquero a esa edad había ganado hasta ahora dos Copas de Europa, 1 Liga, 1 Supercopa, 1 Mundial Sub’20...

Viajó a Glasgow con nulas esperanzas de tener esa revancha con la que llevaba soñando desde que una amarga tarde invernal supo que se perdería la final del Centenario, la del 6 de marzo ante el Depor. Como todo chaval de 20 años que sufre un castigo ejemplar sin saber los pecados cometidos, Casillas asumía resignado que esta vez le iba a tocar levantar la Champions sin haber calentado sus guantes.

Hampden Park. Pero Iker no había calculado que la vida siempre te da una nueva oportunidad, dejando siempre margen para la revancha. Cuando César tuvo la desgracia de recibir el pisotón de Lucio, que lo lesionó seriamente, Casillas entendió que había llegado ese momento estelar que él creía que el destino le tenía secuestrado. Con 30 minutos por delante (tiempo adicional incluido), Iker no varió ese perfil de arquero imponente que exhibió en Old Trafford, en el Olímpico de Roma... Supo demostrar que no es héroe por accidente.

Raúl lo dejó claro tras la victoria: "¡Qué mérito! Salir en frío es complicado para un jugador, y más todavía para un portero". Casillas se pasó más de 20 minutos inédito pero los alemanes, en pleno arreón final, le pusieron a prueba tres veces. Una estirada modélica, un despeje milagroso con los pies y un tercer rechace con las rodillas blindaron la Novena.

Nada más pitar Urs Meier el final de la final, Iker rompió a llorar desconsolado. Se acordó de su madre, que estaba en Madrid, y de su padre y su hermano, que viajaron hasta Glasgow para verle en el día más emotivo de su corta existencia. ¿El futuro? Lo meditará muy lejos... en Corea.