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Entrevista Goyo Benito

"Subí al área y dije: Me los como"

Goyo Benito era un tipo especial. Jugarse la pierna o la cabeza no suponían un problema para él. Este defensa toledano con fama de duro marcó ante el Oporto, en 1979, el gol de su vida. Su testarazo ante Fonseca salvó al Real Madrid en la Copa de Europa... y a Vujadin Boskov. Fútbol es fútbol...

Si le digo que me hable de la noche del 7 de noviembre de 1979 a lo mejor le pillo en un renuncio...

¡Ja, ja! Pues no. Sabe usted que en mi carrera como jugador tuve pocas oportunidades de cantar gol y ese día fue el que me permitió marcar el más importante de mi vida.

Tampoco hará falta que le recuerde el rival y el resultado.

Yo le cuento todo. El rival era el Oporto, que por entonces tenía a Gomes, el mejor delantero de Europa. A mí me tocó marcarle, pero yo ya estaba acostumbrado a bailar con la más fea.

De hecho, en el partido de ida de aquella eliminatoria de Copa de Europa el Oporto les ganó 2-1 y usted lo pasó fatal.

Es que en el partido de Das Antas las pasamos canutas porque no paraba de llover y nosotros teníamos bajas. Pirri no estaba y yo jugué de líbero, quedándose Sabido de central. Íbamos 2-0 y menos mal que Cunningham metió un gol de falta cerca del final.

Pasemos el reloj hasta que transcurran dos semanas y situémonos otra vez en su noche mágica.

Fue como un sueño. Teníamos que ganar por 1-0 y en el Bernabéu había más de 120.000 personas. Jamás lo había visto tan abarrotado. Yo estaba que echaba sangre por los ojos.

¿Y qué pasó?

Pues que el partido avanzaba y el portero de ellos, un tal Fonseca, se paraba esa noche hasta los tiros que iban a la portería de García Remón. Se acercaba el final del partido y seguíamos 0-0 porque los portugueses jugaban a la brasileña y nos tenían atenazados. Intuí que nos eliminaban.

Y ahí salió el Benito racial para salvar al Imperio.

Sí, sí, usted bromee, pero yo sabía que Benito tenía que sacar la raza y la casta. En esos días te tienes que saltar el guión del míster.

Pues su entrenador era Boskov, con el que no valía andarse con bromitas.

No me lo va a contar a mí. Quedaba menos de un cuarto de hora para el final y estaba harto de ver que en los córners siempre agarraban a Santillana y a Roberto y no había manera de marcar de cabeza. Y me dije, ‘allá voy’.

¿Consultó con Vujadin?

Si a consultar se le puede llamar gritarle que me iba para el ataque le gustase o no, pues sí. Pero no fue así. Boskov me dijo: ‘Benito, quédese atrás, que no puede dejar a Gomes solo’.

¿Y se atrevió a desobedecerle?

Claro, el Madrid estaba por encima de todo en ese momento. Le grité: ‘Míster, subo porque voy a marcar. Déjeme en paz. Tranqui, que me los como’.

Usted como lo de "a mí, Sabino, que los arrollo".

Algo así. Es lo que me enseñaron en el Madrid. Me acuerdo que Cunningham tiró el córner con ese efecto que sabía poner el morenito. Entré como un toro, dispuesto a llevarme por delante a quien fuera. Le di de cabeza con toda mi alma, como si fuera un chutazo con el pie. Y entró...

¿Recuerda algo?

Sí, se me echaron todos mis compañeros encima y formamos un sandwich en el césped que me dejó triturado. De broma le dije a Pirri que nunca más volvería a marcar un gol, porque no merecía la pena acabar hecho fosfatina. También me acerqué a Charly (por Santillana) para decirle que aprendiera a marcar de cabeza. Y le dediqué el gol al cabezón.

¿Al cabezón?

Sí, a Juanito, que tenía una cabeza tan grande como la parte delantera del Titanic. Entre risas le solté: ‘Cabezón, mamón, va por ti’.

¿Y Boskov que le dijo?

¡Qué me va a decir! Explotó de júbilo y me dio la razón. Yo le comenté con coña: ‘Míster, me debe una Copa de Europa, pero no pienso meter otro gol para salvarle el puesto’.

Y el Bernabéu a sus pies...

Fue la locura. Mi mujer Paula, que estaba en la Grada de Preferencia, fue manteada por nuestros amigos hasta que ella gritó: ‘Bajarme, que estoy embarazada’.

¿Fu su único gol?

En Copa de Europa sí. Marqué otros al Zaragoza y al Recreativo. Suficiente, ¿no?. Leche, que yo era defensa...