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En una Navidad donde la imaginación de todos vuela gracias a Harry Potter y El señor de los anillos, el punto de mesura, sensatez, sabiduría y calidad humana lo exhibe Vicente del Bosque. Igual que Florentino Pérez se puso simpaticón en la comida navideña del viernes lanzando al aire la utópica situación de un fútbol sin el Real Madrid, me planteo ahora una cuestión que con el tiempo será más tangible. ¿Se imaginan a un Madrid sin Del Bosque en su banquillo? Yo no. Con este salmantino de mostacho generoso y perfil papanoelesco, el Madrid ha apagado para siempre el fuego que había desprestigiado ese cargo.

Ser entrenador del Madrid se había convertido en un drama. Antic, Beenhakker, Floro, Valdano, Arsenio, Capello, Heynckes, Hiddink y Toshack iban desfilando por el Bernabéu con el mismo temor que estos días pasean los argentinos junto al Obelisco. El propio club había desvirtuado y ninguneado a los inquilinos de su banquillo, que supieron dignificar tipos como Miguel Muñoz, Luis Molowny o Vujadin Boskov. Florentino y Valdano lo entendieron nada más aterrizar por el Bernabéu. No más despidos estúpidos.

Hace dos meses y con el Madrid coqueteando con la Zona Cero de la Liga (puesto 16) la destitución de Del Bosque habría sido aplaudida por los más frívolos. Pero el club supo arropar a su técnico, envió mensajes tranquilizadores al vestuario y el premio está ahí. El Madrid ha dado la vuelta a la clasificación, se va a jugar los cuartos en la Copa y tiene encauzada la ruta de La Novena. Blanca Navidad para Vicente, que hoy cumple 51 años. ¡Felicidades, míster!