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Zidane es grande no sólo por su fútbol, sino por su altísimo sentido de la profesionalidad. El marsellés no es el número uno por casualidad. A un tipo que cuida su cuerpo igual que mima el esférico hay que rendirle pleitesía. Otros cracks en la historia del fútbol se han entregado a su talento con la misma torpeza que a la vida lúdica, creyendo que la magia de sus botas disimularía sus deficiencias físicas. Zidane no. Sabe que es el mejor, pero no se lo cree. Cuida cada día su enorme corpachón igual que un crío pequeño el primer balón de cuero que le regalan los Reyes Magos. Zidane sabe que con 29 años aún le quedan cuatro de fútbol y en el Madrid ha encontrado el contexto ideal para escribir sus últimas páginas, las que le harán pasar a la posteridad.

Jorge Valdano está deslumbrado con él. Zidane avisó que en agosto suele estar mal, en septiembre tirando a mal, en octubre un poco mejor, en noviembre tirando a bien y en diciembre exultante. Zinedine, un hombre de palabra. Aquí está el gran Zidane. El mejor Zidane que uno recuerde. En Italia era un ser maltratado en el campo. En España, los rivales bailan a su alrededor como si fuese una ceremonia ritual de los Apaches. Es el mejor. Zizou, 'totus tuus'.