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Apuesten a que no juega

Amedia tarde saltaban las alarmas en la redacción de AS. Roberto Carlos decide emular a El Cid y, después de estar descartado por su maltrecha rodilla, quiere ganar la batalla del Bernabéu ante el Barça. Loable empeño. Actitud propia de un ganador. De un tipo ambicioso que vive al límite esta profesión. Pero hay un pero. Jugar mañana supondría un acto de irresponsabilidad de consecuencias gravísimas para el club. Roberto Carlos tiene una lesión casi idéntica a la que tiene varado a su compatriota Ronaldo desde hace casi dos años. Si jugase infiltrado podría romperse y, aunque saliese indemne, ello le permitiría a Scolari alinearle con Brasil ante Bolivia. Más madera para ese tendón rotuliano que pide, como dicen los galenos blancos, "otras dos semanas de tregua...".

Roberto quiere ayudar a su equipo pero no debe confundir el camino. Jugar lesionado puede facilitar la labor del enemigo y, además, Raúl Bravo se ha ganado con su tesón y calidad una oportunidad única como ésta. Roberto Cracklos no necesita examinarse ante la afición madridista, que le seguirá adorando aunque por una vez tenga que quedarse viendo la batalla desde la grada. Lo importante es el colectivo. Roberto, recuerda que Brasil perdió la final de un Mundial (Francia’98) por alinear a Ronaldo en un estado físico precario. Tranqui, monstruo.