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Savio, tan tranquilo

No termino de entender por qué Del Bosque es tan buena persona. Mira que Savio le desafió con sus declaraciones, atreviéndose a echar un órdago al club que me parece imperdonable. Pero Vicente, pragmático, frío, generoso y poco amigo de las reacciones viscerales, fue fiel a su máxima del pasado viernes. "Que los jugadores que se quejan hablen en los partidos". Dicho y hecho. En vez de apartarle de la convocatoria por insolidario y acomodaticio, el salmantino le dio en Mendizorroza 40 minutos para que buscase su revancha personal. Pero el delantero, por decir algo, de Sao Torquato no está para nadie. Ni chicha ni limoná. Opaco. Sin recursos, sin alegría...

Savio parece ajeno a todo y a todos. Sólo firmó una buena internada nada más pisar el césped y después desapareció del mapa. Se escondió en la banda, no presionó y no aportó nada a la causa. Del Bosque se habrá dado cuenta de su error. La buena fe no tiene premio en un deporte en el que sus inquilinos piensan sólo en primera persona. El caso es que con Savio y sin Savio, el Madrid nos dejó fríos a pesar de jugar ante un Alavés reservón, alejado de aquel equipo cautivador de la final con el Liverpool. En Vitoria, ni victoria ni reacción. Figo y Raúl no desequilibraron y Celades fue un motor gripado. Sólo Hierro y los canteranos cumplieron con su entrega. Insuficiente. Un punto amargo. Y el Depor no perdona...