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Florentino quiere vencer o morir con lo que tiene, sin tirar de cartera o de una de las torres de la Ciudad Deportiva. No haber hecho caja en las ventas ha privado al Madrid del Centenario de un fichaje justo y necesario. La situación es dramática. Morientes tiene a algún necio haciéndole vudú para agujerear su musculatura cada vez que parece recuperado; Guti sufrió ayer un esguince que le tendrá varado más de lo deseable y Raúl, puro orgullo, saltará al pasto con el riesgo de romperse ante los rusos.

Y Baljic, el denostado, vuelve a la arena del Bernabéu... Contratar un delantero centro suponía un desembolso importante, pero no más que los 7.000 millones de pesetas que el club estaba dispuesto a pagar por Vieira, Rui Costa o Mendieta. Zidane es un fichaje de cine, pero si se quiere que una película arrase en taquilla es peligrosísimo equivocarse en los actores elegidos para los papeles secundarios. La promoción y el negocio se pueden ir al garete. Seguro que en diciembre toca tirarse al monte del fútbol europeo para buscar un killer del las áreas. Pero, ¿dónde?

El Madrid clásico, el de las grandes noches europeas, siempre tuvo un 9 como última referencia atacante. En los 70 y principios de los 80 estaba Santillana con sus saltos imperiales y su cabeza de oro; con la Quinta del Buitre se consagró el mejor defensor de la ‘fórmula del 9’: Hugo Sánchez. Llevaba el gol grabado en sus botas. Un rematador nato. Se despertaba de la cama cantando gol y cerraba las noches de Madrid pensando en el que iba a meter el día siguiente. Insaciable. Le sucedió Zamorano, un chileno enamorado de la cerveza con limón que dejó su sello con ese golazo al Deportivo en el Bernabéu que le dio a Valdano su recordada Liga de 1995. Morientes nos hizo creer, en el glorioso año de La Séptima, que el relevo estaba consumado. Pero sus problemas físicos le han apartado del Olimpo madridista.

Guti hizo de bombero el año pasado, pero no siempre podrá hacer milagros. Puestos a buscar soluciones encontramos una casera. Igual que Baljic ha pasado de ser un marginado a ser un jugador operativo a todos los efectos, alguien debería recordar que Congo se ha quedado fuera de las listas de la Champions y de la Liga. El dentista colombiano ha visto puerta cada vez que ha jugado un amistoso con ese Madrid de Sanz y Onieva que le fichó hace dos temporadas sin que se sepa bien para qué. Además, en la cantera (24 horas antes de cada partido de Champions se puede inscribir a un filial) está un chico que mete goles como churros: Portillo. 700 goles en siete años. La leche.