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A por los rusos, como en 1983

Los que ahora se jactan de que vaticinar un triunfo de España sobre Rusia en el cruce de mañana es tan estúpido como soñar con una vida sin euros y con pesetas, quizás deberían releer los libros de Historia y valorar la terrible injusticia que se comete con un país y con una selección que sabe perfectamente lo que es devorar al ogro ruso. Basta con remontarse 18 años atrás. 1 de junio de 1983. Nantes, Pabellón de Beaulieu. La extinta Unión Soviética, con un larguirucho de 19 añitos llamado Arvydas Sabonis (medía 2,17) que ya cortaba el bacalao por entonces, artilleros insaciables como Iovaisha y Homicius y genios como Eremin, aparecía como un gigante invencible en unas semifinales monocromas donde sólo mandaba el color rojo del Kremlin. Pero la España de Epi, Sibilio y Martín era de otra pasta...

Díaz Miguel, 'el manchego universal', (así lo bautizó Martín Tello en AS aquél imborrable día) preparó una encerrona al zorro plateado, Aleksander Gomelski. A.D.M. ahogó el juego interior de los reds y machacó al ejército soviético con los tiros galácticos de Epi y Sibilio. ¿Quién dijo miedo? Corbalán ofreció un cursillo gratuito en la dirección y el mito de la URSS se desvaneció tan rápido como se quemó este verano el Palacio de los Deportes de Goya.

No caigamos en estúpidos victimismos. Ellos tienen a Kirilenko y nosotros a Gasol. Ellos son muy altos, pero A. Reyes lucha bajo los aros como el Capitán Trueno. Hay motivos para soñar y una historia que nos respalda. ¡A por los rusos!