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PARÍS 2024 | PIRAGÜISMO

Jácome y Corbera, dos zurdas para tres medallas en París

AS comparte una mañana de entrenamiento con las piragüistas en Aranjuez, que pasan de rivales en Tokio a aliadas en París.

Antía Jácome (delante) y María Corbera, durante uno de sus entrenamientos en Aranjuez.
Antía Jácome (delante) y María Corbera, durante uno de sus entrenamientos en Aranjuez.CHEMA DIAZDIARIO AS

Busca a tu complementario/que marcha siempre contigo/y suele ser tu contrario. En el poema de Antonio Machado, María Corbera y Antía Jácome podían haber encontrado la solución a su problema. Aunque no les hizo falta leerlo siquiera. Llevaban el remedio dentro. Por separado eran más débiles que juntas, aunque nadie las quería escuchar. Fueron rivales, en un selectivo angustioso, antes de los Juegos de Tokio que se acabó apuntando la gallega para debutar en unos Juegos en C1 200 con 21 años y ser quinta, en el estreno de la canoa femenina en una cita olímpica. “Me llega a pasar lo que le pasó a ella y no sé cómo lo hubiese gestionado. Igual habría dejado de remar. No quería ponerme en su piel. Yo preguntaba, ¿no hay ninguna forma de que vayamos las dos? No podíamos pasar por esa situación otra vez con el nivel que teníamos. Así que cuando se planteó la posibilidad del C2, enseguida dije que sí. Había que quitarse la duda”, explica Jácome, ya con 24 años, en La Piragüera, el Centro de Tecnificación de Aranjuez (Madrid), antes de un entrenamiento con la madrileña, de 32.

En este ciclo olímpico, ambas han sido subcampeonas mundiales en C1 200 y también en C2 500. Apuntan, pues, a tres medallas de los Juegos de París (26 julio-11 agosto).

Corbera y Jácome, en el embarcadero de La Piragüera.
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Corbera y Jácome, en el embarcadero de La Piragüera.CHEMA DIAZDIARIO AS

Pero su unión parecía contra natura. “Nos habían hecho interiorizar individualmente que éramos rivales, la una contra la otra. Pero también había mucha gente que, viendo nuestro nivel, preguntaba por qué no nos juntábamos. Las dos somos zurdas y tradicionalmente se ha considerado que era mejor una zurda y otra diestra. No encajaba en las mentes. En la Federación era siempre la matraca de ‘zurda y diestra, zurda y diestra...’”, recuerda Corbera. Tras romperse el grupo de canoa de Sevilla después de Tokio, por la marcha inesperada del técnico rumano Marcel Glavan a China, Antía recaló en Mallorca, en el Lago Esperanza con Kiko Martín. Y este, junto con Jesús Cobos, la sombra de Jácome en Aranjuez, hicieron entrar en razón a los federativos. “Si María no está al cien por cien en C1, yo también me relajo. Unidas, vamos al límite”, advierte la de Pontevedra.

Colapso mental

Corbera, que con 17 años voló del nido para meterse en concentraciones en Mérida, la Blume madrileña y Sevilla, había estado a punto de dejar el piragüismo. En 2016 hacía kayak y tras quedar fuera de los Juegos de Río lo vio todo negro. “Fuera del agua no quiero saber nada del piragüismo, pero esa temporada estaba viviendo en el CAR de Sevilla y no era capaz de separarlo. Estaba angustiada, agobiada y no pedí ayuda a un psicólogo para abrir la compuerta por la que se fuera la presión. Colapsé y quise dejarlo. Pero en mi club de Aranjuez surgió la idea de la canoa y comencé poco a poco, como un reto personal. Fui a acabar la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte a Sevilla y quisieron que probara con el grupo... no me caí y aquí sigo”, relata María, de rasgos mexicanos (su madre es de allí) y que es capaz de ganar tanto en los 200 metros como en el 5.000. Un tatuaje en el antebrazo Everything happens por a reason (Todo pasa por una razón) resume su filosofía y su forma de superar los palos: “Si me quedé fuera de los Juegos, sería por algo”.

María Corbera se aplica con la musculación en el gimnasio de Aranjuez.
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María Corbera se aplica con la musculación en el gimnasio de Aranjuez.CHEMA DIAZDIARIO AS

Antía y María. Dos personalidades contrapuestas. “A mí me encanta maquillarme, pasarme horas comprando”, se ríe Jácome. “Yo soy súper organizada, lo quiero tener todo atado y sin embargo a Antía le da todo igual. No le da importancia a nada”, se describe Corbera. Para que todo fluyera, decidieron no juntarse permanentemente. Sus técnicos se coordinan y, periódicamente, pasan días juntas en Mallorca o Aranjuez. María ha encontrado su lugar en el Real Sitio, junto a su braco alemán Kaizen (nombre japonés no elegido al azar, pues condensa un método de trabajo basado en la mejora continua). Mejor no tocar lo que funciona.

Mientras realizan series de 20 segundos con un hidrofreno (para oponer más resistencia) en las verdes aguas del Tajo, durante una mañana heladora, Jesús Cobos les sigue con la motora y el cronómetro. La canoa, una flecha inestable de 5,20 metros de largo y 20 kg de peso que en competición alcanzará los 16 km/h, adelgazará de ancho y será retocada en la fábrica portuguesa de Nelo, a la que acudieron recientemente. “Competimos el año pasado en la pista de París y comprobamos que entra mucho viento lateral”, advierte Cobos. Al ser las dos zurdas, cuando el viento pega por el lado contrario se hace difícil mantener el rumbo en una embarcación que no lleva timón. “La canoa será más alta en proa y más baja en popa, porque el viento predominante viene de ese lado”, dice el técnico. Y hay más. Ya tienen localizada una gravera abandonada cerca de Aranjuez, que ha ocupado el agua, donde el aire campa a sus anchas sin la protección del soto que circunda el Tajo y se balizará para poder realizar entrenamientos en condiciones similares.

Antía Jácome, en un ejercicio de fuerza previo a salir al agua.
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Antía Jácome, en un ejercicio de fuerza previo a salir al agua.CHEMA DIAZDIARIO AS

Imaginación, humildad y pocas quejas. El gimnasio donde levantan hierros (las espaldas de las dos asustan) se ubica en un edificio que parece a punto de caerse (La Piragüera se va a reformar este año con 2,3 millones de euros procedentes de Fondos Europeos), sin aclimatar y más propio de otro siglo. “No podemos malgastar el tiempo quejándonos. Nos han enseñado a trabajar con lo que hay”, advierte Corbera. Y le secunda Jácome, que en septiembre pasado conoció la realidad de África viajando con tres ONG a Kenia y advierte que eso le ha servido también para el deporte. “No necesitamos mucho. Si ves nuestro gimnasio en Mallorca, es más pequeño y al aire libre. Estoy segura de que todas nuestras rivales tienen uno mejor... Pero mira la francesa, con todos los medios y en la final B”, recuerda la gallega. Y ríen, porque en eso sí que se parecen. Sonríen mucho. Las dos zurdas que acabaron convenciendo al mundo de que en su unión estaba el éxito.

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