El viento frena a Jácome y Corbera, sextas en el C2 500
La gallega y la madrileña, plata mundial el año pasado, no estuvieron en la lucha por las medallas. Al ser las dos zurdas, el fuerte viento las ponía en desventaja.
El viento soplaba en el canal de Vaires-sur-Marne, mucho más que los días previos y levantaba el polvo en las riberas y olas en el agua que hacían bailar las piraguas. El presidente de la Federación Española, Javier Hernanz, respondía preocupado cuando se le preguntaba cómo le venían esas condiciones a Antía Jácome y María Corbera para la final del C2 500: “Mal, mal”. Las banderas ondeaban furiosas.
¿Por qué? Porque las dos son zurdas y palear por el mismo lado de la canoa, y en una pista tan abierta con el viento azotando, les obligaba al repaleo para mantener el rumbo. En esas condiciones, la gallega (24 años) y la madrileña (32) terminaron sextas (1:56.65), lejos de la lucha por las medallas que coparon las chinas Shixiao Xu y Mengya Sun (1:52.81), las ucranianas Liudmyla Luzan y Anastassia Rybachok (1:54.30) y las canadienses Solan McKenzie y Katie Vincent (1:54.36). Mañana, tendrán otra oportunidad con las semifinales del C1 200 (11:40) y una posible final (13:50)
Jácome y Corbera, plata en el Mundial 2023, habían sido segundas en la semifinal tras las chinas, dando una gran sensación. En la final, salieron por la calle tres, y no demasiado bien, cuartas. Eso les obligaba a ir remontando, metiendo paladas furiosas para impulsar su canoa de 5,20 metros de largo y 20 kg de peso que llega a alcanzar los 16 km/h. Enseguida se vio las chinas no iban a ceder, y en el pique entre ucranianas y canadienses, estas iban abriendo un hueco que no pudieron cerrar. Sextas.
Jácome y Corbera sabían que el viento podía ser un factor determinante, y habían hecho los deberes. Desde que fueron a competir el año pasado en la pista, montaron un plan para que eso no fuese un inconveniente. Una canoa más alta en proa y más baja en popa. Entrenamientos en una gravera inundada que localizaron en Aranjuez donde el aire campaba a sus anchas sin la protección del soto del Tajo. Y más días en el Lago Esperanza de Alcudia, en Mallorca, antes de viajar a París, donde las condiciones son similares. Pero no fue suficiente.
“El viento venía de atrás por la derecha y hacía complicado llevar la embarcación recta. Obligaba a hacer un repaleo que nos quitaba velocidad. Aunque todas estábamos en las mismas condiciones”, contó después, sin excusas Corbera, que ya había mirado la previsión meteorológica para mañana en el C1. “Plato”, resopló.