Shiffrin, la cara amarga de Pekín: sin medalla e increpada
La estadounidense, bicampeona olímpica y leyenda con 26 años, se despide de los Juegos tras completar sólo la mitad de sus pruebas. Las redes, muy duras con ella.
Una de las vertientes más duras del deporte. Bajo el manto del éxito, en medio de ese halo divino que envuelve a muchos deportistas de élite, se esconden personas. Seres humanos, simple y llanamente. Una obviedad que muchas veces se olvida. Incluso en los tempos presentes, en los que la salud mental tiene más repercusión que nunca. La crítica despiadada, la falsa percepción de que los atletas están constantemente en deuda con sus seguidores, la intolerancia al error. Todo sigue. En Pekín, como ya pasara en Tokio, los deportistas locales han sido objeto del más duro escrutinio. Quedarse lejos de los hipotéticos objetivos, en su caso, es tachado de antipatriotismo, como ejemplo.
Todo se multiplica, claro, cuando las expectativas generadas son máximas. El castigo por no alcanzarlas casi siempre es mayor que las cotas prometidas. Este ha sido el caso de Mikaela Shiffrin en estos Juegos Olímpicos de Invierno. Bicampeona olímpica, 116 podios y 73 victorias en Copa del Mundo, la deportista con más victorias en una misma disciplina, la oportunidad de ser la esquiadora estadounidense (en categoría masculina y femenina) más laureada del olimpismo... Todo en su contra en sus múltiples caídas. En Pekín, no ha podido completar tres de sus seis pruebas programadas. En el eslalon paralelo por equipos mixtos, tenía la última oportunidad de medalla, pero a la sexta tampoco fue la vencida. Oro para Austria, plata para Alemania y bronce para Noruega tras superar, precisamente, a la campeona del mundo, a Estados Unidos. A Shiffrin.
Un drama deportivo que, avivado desde la opinión pública, se termina convirtiendo en personal. "Tu tiempo ha terminado, retírate", "perra tonta, no puedes hacer ni lo único que se supone que haces bien", "tienes lo que te mereces", "arrogante", "narcisista", etc. Son sólo algunos de los mensajes recibidos por Shiffrin tras sus actuaciones olímpicas, compartidos por la propia deportista a través de su perfil personal de Twitter. Actos hirientes, muchas veces bajo la protección del anonimato, que, cuando se escarba en la vida de la atleta estadounidense, aún pueden ser más dolorosos. Mikaela, a sus 26 años, es una institución del esquí alpino. Una trayectoria relativamente corta aupada por multitud de éxitos tempranos, pero que ya ha esquivado la retirada en más de una ocasión. "Vomitaba antes de competir y me paralizaba", ha explicado posteriormente sobre la gestión de sus precoces gestas.
En 2020, estuvo prácticamente todo el año sin competir. A la pandemia, se sumaron una lesión y la muerte de su padre en un accidente doméstico. En 2022, Pekín se presentaba como la oportunidad perfecta para retomar su legendario camino; pero, por ello mismo, se alzaba como un reto que, automáticamente, reavivaba fantasmas del pasado. "Es raro que tenga una carrera en la que me sienta bien. No puedo ir a los Juegos y no sentir presión, nervios e incomodidad", expresaba antes de la cita olímpica. Tras ella, y con los mensajes antes expuestos como principal razón, más allá del infortunio deportivo, la situación no parece destinada a mejorar. "No estoy decepcionada. He tenido muchas decepciones en estos Juegos, pero lo de hoy no es una de ellas. Lo de hoy es mi recuerdo favorito", expresaba la estadounidense tras el eslalon paralelo.
El mundo del deporte, empáticamente, sale al paso. Simone Biles, ídolo de Shiffrin y voz de la salud mental en Tokio, fue la primera en alzar la mano para mostrarle su apoyo. La esquiadora francesa Perrine Laffont, tras recibir el mismo odio en Pekín, se ha sumado a él. "¡Ningún atleta debería recibir este tipo de mensajes! Estas personas no tienen idea de todos los sacrificios que hacemos todos los días por nuestro deporte. Todos los atletas deberían ser apoyados y no avergonzados, porque sí, yo también recibí este tipo de mensaje después de mi 'decepcionante cuarto lugar'", le dedica. "Es la mejor forma posible que podía imaginar de terminar unos Juegos, esquiando con tan grandes compañeros", eran las últimas palabras de Mikaela en China. Valores deportivos, calor humano y sentido común. Las campeonas siempre vuelven.