El error de los Juegos impide un triplete noruego frenético
Riiber se equivoca de carril en la final de combinada nórdica (trampolín gigante) y no puede acompañar a sus compatriotas Graabak y Oftebro en el podio.
En la 11ª jornada de los Juegos Olímpicos de Invierno, la épica fue noruega. Vetle Sjaastad Christiansen, Sturla Holm Laegreid y los hermanos Boe, Johannes Thingnes y Tarjei, lo dejaban claro en los relevos del biatlón masculino con una remontada imposible. Se daba continuidad a la hazaña con la victoria sobre el Comité Olímpico Ruso, récord olímpico en semifinales, en la persecución por equipos del patinaje de velocidad masculino. En el trampolín gigante de combinada nórdica, no se iba a detener la racha. Alemania, a través de Manuel Faisst y Vinzenz Geiger, se las prometía muy felices, pero no contaba con el estado de gracia escandinavo. Nueva escalada frenética y dos metales más para un medallero que, ahora sí, ya luce tan imponentemente como acostumbra en las citas invernales.
Mucha cal... y algo de arena. Joergen Graabak (27:13.3 minutos) y Jens Luraas Oftebro (27:13.7), oro y plata respectivamente, ponían a Noruega en lo más alto de un podio que pudo ser completamente nacional. El japonés Akito Watabe, sin embargo, lo completaba en detrimento de un Jarl Magnus Riiber que apuntaba al oro y que terminó octavo, a casi 40 segundos de sus compatriotas. Como explicación, uno de los mayores errores de Pekín. O el mayor. Tras salir de su cuarentena por coronavirus, el que fuera plata en PyeongChang inició la prueba de manera sublime, siendo el mejor en el salto y con 44'' de ventaja respecto al resto. Mucho tiempo y perdido en su totalidad al equivocarse de camino en el circuito, teniendo que dar media vuelta para recuperar el sendero correcto. Tan duro y difícil de creer como real.
La negación de un relevo entre países, curiosamente. Alemania no solamente partía con buenas sensaciones en la prueba, sino que defendía podio completo. Johannes Rydzek, Fabian Riessle y Eric Frenzel, en 2018, lograban tres metales históricos que, de no ser por la inverosímil escena, podrían haber encontrado continuidad en el tridente noruego. Al frente del mismo, un Graabak que recupera el trono arrebatado por los germanos. Con cuatro medallas olímpicas en su haber, fue campeón de la prueba en Sochi. Acompañado por su compatriota Oftebro, vuelve a lo más alto de la disciplina. Un puesto que, en las apuestas, estaba llamado a ocupar Riiber. Pero...
