Antes de arrancar los 10 kilómetros del biatlón masculino, Noruega se quedaba fuera del podio en el 4x6 del esquí de fondo femenino, con una reveladora imagen de desolación entre las integrantes del equipo. En Pekín, el país escandinavo no domina como pretende, como su tradición invernal demanda. Está en la parte más alta del medallero, pero ni con el número de preseas ni con la sensación suprema de superioridad habitual. No son inalcanzables y florecen pequeñas dudas. En medio de ellas, los hermanos Boe alimentan el orgullo nacional. Doblete familiar, bendita genética. Oro y bronce, respectivamente, para Johannes Thingnes y Tarjei en la modalidad de esprint, dentro de un deporte, el biatlón, que los noruegos no pueden sentir más suyo. Tiene su origen en el siglo XVIII, en la frontera con Suecia, donde los guardias esquiaban a través de una pequeña pendiente y disparaban desde una distancia de entre 40 y 50 pasos. Raíces que los Boe convierten en metales.