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JUEGOS DE INVIERNO

"Queralt nunca se puso límites"

Hay una casa en Sabadell en la que no se puso el sol este 10 de febrero. Los padres de Queralt Castellet se emocionaron con la plata y recuerdan la historia de su hija.

Actualizado a
La familia Castellet.
Joan M. Bascu

Entre el Mercat Central y la Plaça Catalunya de Sabadell hay una casa en la que no se ha puesto el sol desde el 9 de febrero y no para de entrar y salir gente como si fuera el camarote de los hermanos Marx. Familiares, amigos y medios de comunicación visitan a Josep e Inés, los padres de Queralt Castellet, que no pueden resistirse a ver una cadena de televisión en la que, cada 30 minutos, repiten en bucle la medalla de plata obtenida por su hija en halfpipe en los Juegos Olímpicos de Pekín. "Antes de la final, metí diez botellas de cava en la nevera", explica el padre, que presagiaba algo grande cinco Juegos después. El móvil no para de sonar y los recuerdos de sucederse.

Castellet (Sabadell, 1989) ha alcanzado la cima de su deporte en una de esas historias que se van formando como una bola de nieve. "De niña le encantaban todos los deportes, pero se apuntó a gimnasia artística. Le dieron una beca. Competía a buen nivel", recuerda su madre. La rider estudiaba en la Escuela Pía de Sabadell, se entrenaba en el Gimnasio Llenas ("adquirió un espíritu de sacrificio inaudito. Tenía las manos en carne viva e iba a competir. Tenía ampollas, cogía un hilo y una aguja y se las reventaba e iba a los entrenamientos") y los fines de semana subía a la montaña con sus padres y su hermano Josep "a la nieve". "Con tres años le regalamos un esquí de plástico", recuerdan. Preludio de su pasión posterior.

Inés, la madre de Queralt Castellet.
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Inés, la madre de Queralt Castellet.Joan M. Bascu

Al margen de la gimnasia, hay un factor determinante para su hermano Josep, cinco años mayor que ella y también rider internacional hasta 2012. "Se venía conmigo y mis amigos, se esforzaba, quería estar a nuestro nivel", subraya. "Con diez años ya hacía mortales", rememora su padre.

Todo cambió en 2002, cuando a Josep lo contratan para trabajar en la estación de esquí de La Masella y puede ver el nivel de las chicas que van a entrenarse. "Papá, Queralt es mejor que ellas", le dijo. Y la rider se federó y se apuntó a las competiciones. "¿Quién es esta chica nueva?, decían", comentó su madre. Campeona de Cataluña, de España y "ahora a por el Mundial: ella nunca se ha puesto límites".

"Queralt nunca se puso límites"
"Queralt nunca se puso límites"
"Queralt nunca se puso límites"
"Queralt nunca se puso límites"
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"Queralt nunca se puso límites"

"Queralt nunca se puso límites"

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

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Foto:Joan M. Bascu

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Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu

Foto:Joan M. Bascu
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Una carrera de 16 años con sonrisas y lágrimas

Aquellos éxitos le llevaron a la rueda internacional ("no había muchos recursos, a una concentración a República Checa utilizaron nuestro coche y le hicieron 9.000 kilómetros") y a las participaciones olímpicas, a las desgracias como la muerte de su novio y entrenador Ben Jolly, a pasar largo tiempo lejos de casa, en Estados Unidos, Suiza, Nueva Zelanda. "Recuerdo de escribirle cuando se hizo daño en el tobillo, y me comentaba que no me preocupara, que no estaba sola, que tenía muchas amigas", desliza su madre, sufridora. "Es un deporte donde todos se comportan como una familia. En una competición le dejó una tabla a una rival que se le había roto", añade el padre.

Aunque su vida se ha alejado de Sabadell, no se ha olvidado de sus amigas. La más cercana es María. "Hablan cada día, son como hermanas y le ayuda", relata Inés, orgullosa de una pionera que ya es historia del deporte español.