Mirambell persigue su sueño y Rojo, aumentar la gesta
El abanderado español intentará disputar la última manga en skeleton e Imanol, tras su fantástica 21ª posición en esquiatlón, correrá los 15 km.
Tras tocar el cielo, toca volver a la nieve. El jueves 10 de febrero de 2022 ya es una fecha inmortal. La plata de Queralt Castellet, la quinta medalla española en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Impacta. Una maravillosa extrañeza en el recorrido nacional dentro de estas disciplinas, una excepción que cada vez es más habitual. En 2018, Regino Hernández y Javier Fernández rompían una sequía de 26 años sin preseas, desde los hermanos Fernández Ochoa, Paquito y Blanca; ahora, sus éxitos encuentran continuidad. Y no solamente por el podio de la rider de Sabadell. Los diplomas de Javier Lliso y Lucas Eguibar o los registros históricos de Adur Etxezarreta e Imanol Rojo también tejen esa parte de la historia, la de los puestos importantes, a la que ya nos estamos acostumbrando.
Mañana, nueva oportunidad. Precisamente, con uno de los deportistas mencionados dentro de la ecuación. Rojo, después de su 21º puesto en el esquiatlón, su mejor lugar en los tres Juegos Olímpicos disputados y el puesto nacional más alto en la historia olímpica de la disciplina, vuelve a la acción. Lo hará en los 15 km, en estilo clásico, del esquí de fondo (8:00 hora española). "El objetivo era mejorar los otros Juegos y lo he mejorado con creces. La verdad que para ser el debut en Pekín ha salido muy muy bien y estoy muy contento", manifestaba tras terminar la prueba. Con la experiencia en el bolsillo, sin la tensión inicial y la histórica marca como propulsor, su segunda participación promete, con otro Top 30 en el horizonte. Por delante, eso sí, aún le quedarán los 50 km, para el 19 de febrero.
Un niño con cuatro Juegos Olímpicos
Junto a Imanol, volverá al trineo Ander Mirambell. El abanderado español, después de disputar las dos primeras mangas del skeleton, buscará mejorar en la tercera (13:20 hora española) para estar en la cuarta y definitiva, la cual define como "su medalla". En los primeros asaltos, las curvas cuatro y cinco, principalmente, complicaron su bajada, con varios impactos que inciden tanto en el control como en la velocidad posteriores. El más fuerte, tras la salida de la curva trece. "Estoy contento por lucharlo, por equivocarme aunque implique recibir un tremendo golpe a 125km/h...", compartía en su perfil personal de Twitter tras cerrar las dos primeras series. "He visto el vídeo varias veces y el trineo se levanta un palmo. Tengo el cuerpo destrozado, pero hay que seguir", precisa desde Pekín para AS antes de cenar.
Tras ellas, Mirambell marcha 24º en la clasificación. Necesita escalar cuatro puestos para lograr "el sueño de estos Juegos" y la esperanza se mantiene intacta: "El objetivo mañana es intentar hacer la mejor bajada de todas. Está difícil, ya que un error en la zona de arriba te puede restar hasta un segundo, pero prometo lucha, sacrificio y terminar con una sonrisa", explica con fuerza. Llegaba a Pekín con el objetivo de firmar su mejor participación olímpica (23º en PyeongChang, 26º en Sochi y 24º en Vancouver) y, aunque se ha complicado, sigue estando al alcance. "Comparto las sensaciones con la familia y con mi hermano, que es entrenador de skeleton. Te sientes liberado, sabes donde está cada uno y, pese a que hay menos margen de mejora, tienes el 50% del trabajo hecho y sientes menos presión", explica sobre las horas que, hasta el momento clave, tiene por delante.
Tiempo en el que Ander seguirá soñando pese a todas las adversidades, porque forma parte de su oficio, de su forma de ser. "Inglaterra invierte más de un millón y medio en la disciplina. Los deportistas de China bajan ocho veces al día y yo he hecho diez bajadas en todos mis entrenamientos en Pekín... son detalles que vas viendo y que tienen una historia detrás que también es interesante contar", relata. De momento, se queda con la anécdota de, al ser el primero en salir, haber ostentado el récord de la pista durante un breve periodo de tiempo, "es brutal, sólo me había pasado en Saint Moritz", precisa entre risas, y con toda su ilusión. La de un niño en sus cuartos Juegos Olímpicos.