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PEKÍN 2022

Mirambell, el 'loco' que hizo posible su sueño

El piloto de skeleton vivirá como abanderado sus cuartos Juegos. “Los 14 deportistas que participaremos merecemos un monumento”, sintetiza el catalán.

Ander Mirambell.
Enric Fontcuberta

En el Nido de Pájaro de Pekín, por el mismo tartán que vio desfilar a su pareja Irina Rodríguez (sincronizada) en los Juegos de Verano de 2008, Ander Mirambell portará la bandera junto a Queralt Castellet como abanderados de la delegación española que competirá desde este viernes en los Juegos Olímpicos de Invierno que alberga la capital china.

“Tendremos que fijarnos en cómo lo hicieron Saúl Craviotto y Mireia Belmonte”, comenta el catalán en los que, probablemente, serán sus últimos Juegos. “En marzo me reuniré con los doctores y decidiré mi futuro”, explica el piloto a sus 38 años, quien viviría una ceremonia que supone la guinda a una vida de película, el sueño hecho realidad de un ‘loco’ que en 2005 decidió abrir camino en un deporte totalmente inexistente en España.

Una película inspiradora y los ralladores de queso

Porque para entender la magnitud de la carrera de Ander hay que remontarse a aquel 2005 en el que un joven atleta estudiaba Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y veía que no era lo suficientemente bueno en la pista para acudir a unos Juegos, por lo que decidió explorar nuevos caminos. “Ese año murió uno de mis mejores amigos, Jorge, y lo dejé con la novia. Fue un momento de cambios, de nuevas cosas. Vi una película en la que unos jamaicanos querían acudir a los Juegos de Invierno (Elegidos para el triunfo) y empecé a investigar con mi amigo Alberto Castillo sobre cómo podíamos montar un equipo de bobsleigh”, relata, una historia que se explica al detalle en su libro ‘Rompiendo el hielo’.

Del bobsleigh pasó al skeleton, deporte más adaptable a las características de Mirambell, que recuerda su primera competición en Innsbruck a la que acudió con un traje de la federación catalana, con un casco comprado por internet e con unas improvisadas zapatillas con un rallador de queso para poder deslizarse. “La Federación Catalana de Deportes de Invierno me dijo que solo podía darme una chaqueta y un esquí. Y no había Federación de Deportes de Hielo", añade.

Ander Mirambell.
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Ander Mirambell.Enric Fontcuberta

De guardia de seguridad a LaLiga4Sports

Mientras se abría camino, derribando muros, Ander sacó dinero de debajo de las piedras para poder seguir adelante con su sueño. “Trabajaba los veranos mientras me entraba. Iba a parcelas a cuidarlas, vigilar las piscinas… Trabajé haciendo guardias por las noches en un hospital de ojos, que por cierto me pagaban muy bien. Vendía camisetas y trabajé en los departamentos de prensa del Europeo de Barcelona de Atletismo o del Mundial de Natación de 2013, hasta que en 2014 encuentro algo estable”, subraya.

En una reunión con Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), Mirambell y otros presentes propusieron que el fútbol amparase el resto de deportes y se creó el proyecto de LaLiga4Sports: “Le dijimos que el fútbol podía ser el hermano mayor”. Ese proyecto le metió de lleno en el organismo de Tebas hasta 2020, participando en temas de márketing, en la Liga Worold Challenge, trabajando como embajador y “aportando mi experiencia internacional”.

Todo ello sirvió para seguir adelante y vivir tres Juegos Olímpicos, ver como se creaba una federación de Deportes de Hielo (“sigo siendo el único piloto que viene de un país sin infraestructuras”) y difundir un deporte que tiene nuevos adeptos, quizás el mejor legado de este fan incondicional del Espanyol, activo en las redes y en los movimientos sociales del club.

De la paternidad, al COVID y a la agónica clasificación

Pero en 2018, año olímpico, a Ander le llegó una desgracia. Su madre, que fue a verlo a Pyongyang, fallecía de un cáncer fulminante apenas unos meses después. Un palo duro justamente cuando el piloto de skeleton conoció que en 2019 sería padre. Su hijo Kai, fruto de su relación con la ex nadadora de sincro y ahora entrenadora Irina Rodríguez, vive una "vida peculiar", como relata el padre.

"Nuestra vida es el deporte. Hace unos meses yo estaba en Canadá e Irina en Chile con la selección y con nuestro hijo. Viaja mucho", explica. Hubo momentos duros, especialmente en diciembre, con la COVID: "Dormíamos en habitaciones separadas, nos veíamos a través de un cristal, hubo momentos complicados que solo con su apoyo pude salir adelante. Ha sido clave en todo". Y así, prueba a prueba, llegó la clasificación para Pekín. Y luego la decisión de ser abanderado: "Cualquiera de los 14 lo habría merecido. En un país sin cultura de deportes de invierno, merecemos un monumento".