JUEGOS OLÍMPICOS
El skate le regala al mundo la mejor imagen de Tokio y un podio de 13, 16 y 19 años
El Aomi Park fue testigo de una final histórica e improbable en otros Juegos. Un deporte que aterrizó en Tokio con dudas, y se empieza a despedir fortalecido.
El Aomi Park es una fiesta. Un mundo distinto a lo que se vive a las otras sedes de los Juegos. Ahí se pelean medallas, pero al ritmo de un guión telesivivo: hay un DJ, música, un presentador con voz juvenil relatando cada secuencia. Las competidoras saltan a la pista con las canciones de moda, se sienten cómodas frente a las cámaras. La mayoría ya es una estrella en redes sociales, aunque casi ninguna tenga edad para conducir.
El skateboarding saltó al mundo en Tokio con una imagen icónica: un podio compuesto por Momiji Nishiya (13 años), Raysa Leal (13 años) y Nakayama (16). Hoy el relevo lo tomaron en el park Sakura Yosomuzi (19 años), Kokoka Hiraki (12 años) y Sky Brown (13 años). Niñas que vuelan, saltan al vacío, se despegan del suelo como si no pesaran nada.
También son historia. La versión moderna de los deportistas extremadamente jóvenes que han llenado los libros de los Juegos. Sky Brown tiene 13 años y se convirtió en la representante de Gran Bretaña más joven en unos Juegos Olímpicos desde Amsterdam 1928. Ella es el presente y futuro de la disciplina. El legendario Tony Hawk la describió como un 'unicornio' destinado a ser la mejor, independiente del género.
Y ahí está en la pista. Se luce con una perfomance total, que sólo es superada en una decisión discutida por las japonesas Yosomuzi y Hiraki. Gana el bronce, no le importa. Las tres terminan la competencia emocionadas, sonríen, se abrazan con el resto de las finalistas. "Somos casi todas amigas", dice la chilena Josefina Tapia, eliminada en la fase clasificatoria.
La imagen de la celebración es una de las más significativas que han dado estas Juegos. Quizás en esa postal está el mejor respaldo de aquellos que apostaron por ingresar esta disciplina al cronograma olímpico ante las mirada discriminatoria de los que no querían cambiar el modelo.
Luego, en la sala de prensa, su fiesta sigue. Sonríen en todo momento, nunca pierden la inocencia. "Me encanta competir y compartir este momento con mis mejores amigas", dice Brown. "Estoy muy feliz, esto ha sido un sueño. No creo que la medalla nos cambie a ninguna de nosotras".