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JUEGOS OLÍMPICOS | PIRAGÜISMO

El bólido del K4

Así es la embarcación del 500 formada por Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade que irá a por el oro en la madrugada del viernes al sábado.

TokioActualizado a
El bólido del K4

El K4 es el bólido del piragüismo. Una máquina que debe ser perfecta. La embarcación que sirve de indicativo del nivel de un país. Y España presenta uno sobre 500 metros totalmente galáctico: Saúl Craviotto (doble campeón olímpico, una plata y un bronce), Marcus Cooper (oro en Río en K1 1.000), Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, tres veces subcampeones mundiales en este ciclo junto a los dos primeros. Compiten en la madrugada del jueves al viernes (03:38) en las series y en la siguiente, del viernes al sábado (semifinales a las 03:19 y final 05:10). Sus rivales principales, Alemania, a quien superaron por primera vez en la última Copa del Mundo en Szeged.

Craviotto, el ‘marca’ que pone el ritmo, es el responsable de lanzar la embarcación de 11 metros y fibra de carbono hasta alcanzar una velocidad máxima de 28 km/h al paso por los 90 metros. De salida, a 160 paladas por minuto. En la parte media, entre 120-125 y en la final, 135-150. Todo milimetrado, por lo que el técnico Miguel García trabaja codo con codo con David Calvente, un analista informático. “Con él hacemos test, sacamos información y cuantificamos las sensaciones de los deportistas. El feed-back es muy importante. Si la embarcación es rápida pero no van cómodos damos pasos hacia atrás. Hay que compensar las dos variables y estamos mejor que hace dos años”, relata García.

“Hemos modificado la piragua y analizamos muchos vídeos. Fallábamos un pelín en la salida y hemos mejorado. También la táctica. No sirve de nada pasar el 200 o el 300 primeros. La meta está en el 500. Hay que estructurar muy bien la prueba y para ello hicimos varios cambios estratégicos que nos han permitido arañar décimas”, revela Craviotto. Lo último fue alternar la posición de Arévalo y Cooper.

El abanderado es quien arranca el motor con unos pilotos puro músculo. Gente que va de los 1,92 metros y 98 kg de Craviotto al 1,84 y 86 de Cooper. “Marcus es la mente fría del K4, el ordenador de a bordo. El chaval nunca falla. Siempre sabe lo que tiene que hacer. Infalible”, le describe Craviotto, que sigue: “Arévalo es la chispa, la potencia, la ambición, la ilusión porque son sus primeros Juegos y tiene ganas de quitarse la espinita de Río porque se quedó fuera por poco”. Y Germade cierra el grupo: “Es el chasis del K4, el que sostiene todo. El tipo más fiable del mundo. Sabes que nunca va a fallar en los últimos metros”.

Los cuatro han paleado unos 3.500 kilómetro en un año. Casi como ir de Gijón, donde tienen la base, a Moscú. Y en marzo pasado vivieron días de mucho estrés en los selectivos internos, en los que se quedaron fuera Cristian Toro (otro campeón olímpico) y Carlos Garrote (mundial), entre acusaciones de amaño. “El resultado en la Copa del Mundo habla por sí solo”, responde Arévalo. De aquel episodio salieron espoleados. Más unidos incluso. La máquina del K4 está engrasada.