Carreño desquicia a Djokovic para ganar el bronce
El asturiano volvió loco a Djokovic para ganar la medalla ante el número uno mundial, que arrojó la raqueta a la grada dos veces. El mayor triunfo de su carrera.
Pablo Carreño ganó un bronce bañado en oro. Porque para lograrlo tuvo que desquiciar al número uno del mundo, Novak Djokovic, que viajó a Tokio dispuesto a poner otro hito en su camino al Golden Slam, los cuatro grandes y el oro olímpico el mismo año como hizo Steffi Graf en 1988, y se marcha sin medalla. El asturiano, un gigante olímpico, le derrotó por 6-4, 6-7 (6/8) y 6-3 en 2h:49. El triunfo más importante de su carrera. Inolvidable. Tras estrellar el serbio una derecha a la red, se tiró al suelo y lloró como un niño. Vacío y la vez más lleno que nunca.
En un coliseo Ariake silencioso, con la claque del palco serbio arengándole, Djokovic sucumbió ante un tenista enorme. Transmutado por el ansia de una medalla, Carreño logró el más difícil todavía ante el ganador de Australia, Wimbledon y Roland Garros... de 20 Grand Slams. Furioso, en el tercer set (con 0-1 y 0-3), el serbio arrojó dos veces la raqueta a la grada mientras vociferaba. Incomprensiblemente, sólo fue sancionado con un warning, pero eso no desconcentró al asturiano de 30 años. En el US Open 2020, también ante Carreño, acabó dando un pelotazo a una juez y fue descalificado.
España sumó la quinta medalla en Tokio con el triunfo de Carreño, la 13ª del tenis español en la historia. Sus seis torneos ATP y sus dos semifinales del US Open quedan opacadas por el bronce ante el número uno. Y en cuartos había liquidado también al dos, Daniil Medvedev. La semana de su vida.
En el primer set, Pablo Carreño demostró que no iba de farol cuando dijo que esperaba irse "contento" de Tokio tras la decepción de haber perdido el tren a la final contra el 25º del mundo, Karen Khachanov, que el domingo jugará la final contra Alexander Zverev. Se soprepuso a tres oportunidades de break que se procuró el serbio y acabó siendo él quien se llevó el break (3-2). Djokovic levantó luego dos bolas de set al saque y aún puso en aprietos al gijonés en el décimo y último juego. Pero un intercambio brutal, largo, de los que hacen mella en las piernas y vacían los pulmones, fue para Carreño. Y cayó el set. Y comenzó el sueño.
La versión del número 11 del mundo se parecía mucho más a la que le llevó a tumbar al ruso Medvedev en cuartos. Sus tiros profundos hacían pupa ante un Djokovic que el viernes acabó "fatal", con derrotas ante Zverev y después en el dobles mixto, donde también se vio abocado a luchar por el bronce. Con un calor sofocante, con los dos tenistas aplicándose bolsas de hielo como si fuesen dos púgiles en la esquina, se llegó al tie-break en el segundo parcial. Carreño recuperó un 1-4, sacó a pasear el drive paralelo, apretó los dientes, y se puso con bola de partido. Nole, con un saque buenísimo, la neutralizó y llegó la igualada. A empezar de cero pero asfixiados. Los dos marcharon al vestuario a tomar aire y cambiarse de ropa. con las gotas de sudor se escapaba la energía.
Pero Carreño aún tenía más gasolina. La de la ambición de una medalla. Djokovic, quien refiriéndose a Simone Biles dijo que la presión "es un privilegio", no fue capaz de gestionarla. Llegó su maleducado show de lanzamiento de raquetas con 0-3 y se fue del partido para volver en el último juego, en el que con el orgullo herido levantó cuatro bolas de partido. Pero al final cayó. Carreño avisó que venia a por medalla y la tiene. Por encima de todo y de todos.