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JUEGOS OLÍMPICOS

‘Day Nice’: el sarcástico hotel de la COVID en Tokio

Este alojamiento, básico y con habitaciones pequeñas, alberga a los infectados por el coronavirus de los Juegos Olímpicos. Adrian Lock explica su experiencia.

‘Day Nice’: el sarcástico hotel de la COVID en Tokio

Las habitaciones son pequeñas. Hay dos camas individuales, una nevera diminuta, tanto como la televisión. Disponen de un escritorio y no hay demasiado margen para moverse. La ventana no se puede abrir, no corre el aire y solamente te permiten salir tres veces al día. A las 7:00, a las 12:00 y a las 18:00 durante hora para buscar las tres comidas. Hay tuppers, platos fríos no demasiado variados para calentar en el microondas, agua… “Lo básico”, resume Adrian Lock, seleccionador femenino de hockey, que lleva desde el domingo encerrado en la ‘celda’ 528.

Todos los positivos por la COVID-19 que se producen en Tokio derivados de los Juegos van a parar a un hotel de sarcástico nombre: Day Nice. Pero a los inquilinos no les esperan fantásticos días allí dentro. “Hay una holandesa que no ha parado de protestar. Es cierto que no hay ventana y no entra aire, pero yo no soy exigente”, explica Lock, que aprovecha la estancia para “ver hockey”. “Es lo que hago todo el día. Veo partidos, me reúno telemáticamente con el staff y con las jugadoras. Estoy todo el día conectado”. El viernes se sometió a una PCR y a otra el sábado. En ambas dio negativo, por lo que ya está en libertad. Definitiva.

“Cada vez entra más gente”, explica el técnico inglés pero con más de 20 años residiendo en España, “a veces se reúnen en colas en el comedor y hablan, yo intento escapar de eso; voy, cojo la comida y me subo. Hay más peligro de contagiarse allí, que todos tienen COVID, que fuera”. Por paradójica que resulte esta aseveración, la historia del técnico es bastante curiosa.

Adrian Lock.
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Adrian Lock.JOAN M BASCU

11 tests en apenas un mes y dos 'falsos' positivos

Adrian Lock, como le ocurrió a Jon Rahm, ya pasó la COVID apenas un mes antes de volar a Tokio. Después del Europeo de Holanda, la segunda semana de junio, al técnico de la Selección femenina de hockey la administraron la segundo dosis de la vacuno. “Al día siguiente estaba cansado, no pude llevar a los niños al colegio. Seguí cansado dos días más y empecé a tener tos... Llamé a la doctora”. Es coherente que después de la segunda vacuna se tengan efectos secundarios, por lo que no se le dio importancia a estos síntomas. Hasta al cabo de unos días.

La Selección debía encaminarse a una concentración previa a los Juegos cuando Lock dio positivo en la PCR. Todo cuadraba. “Tuve que aislarme y probamos la comunicación en los partidos y entrenamientos. De esta manera estábamos preparados por si pasa algo con algunos de nosotros en Tokio”, explica Lock, pendiente de todos los detalles y ahora sorprendido por seguir dando positivo.

A partir de ahí, el técnico ha pasado hasta 11 tests. Dio negativo en nueve y positivo en dos, pero no puede contagiar, según los médicos. También dio el domingo antes del debut ante Australia. “Vino a verme uno de los médicos jefes de los Juegos, que se llama Pau Mota, y es español. Los casos que encuentran es de la variante Delta, por lo que al ser altamente contagiosos tenemos que estar aislados”. Lock está por fin fuera de esa prisión llamada DayNice y este sábado dirigirá a las Redsticks desde el banquillo ante Japón para pelear por la segunda plaza del grupo (3:00, hora española).