La brava Mireia se despide de Tokio y de ¿los Juegos?
La badalonesa, que se tomará un periodo para meditar, finalizó su participación en Tokio con el relevo 4x100 estilos. Puede dejar atrás una trayectoria histórica en los Juegos.
"Tengo que pensar, necesito descanso", dijo Mireia Belmonte, sonriente y feliz, en unos Juegos "especiales" por la pandemia y por los inconvenientes que ha tenido para participar en Tokio. Junto a sus compañeras del relevo 4x100 estilos (4:04.14), África Zamorano, Lidón Muñoz y Jessica Vall, se congratularon por unos Juegos con altibajos emocionales, con aroma a despedida para alguna de ellas, pero al fin y a la postre positivos, porque cierran un ciclo y viven otra experiencia olímpica. En el caso de la badalonesa, con sus 31 años en octubre, llegar a París es posible, pero no alcanzar los Juegos a un nivel competitivo elevadísimo. Solo la holandesa Fenke Heemsker, velocista, era mayor que Mireia de las 64 participantes en esta última prueba, por ejemplo.
Una historia olímpica que empieza en Pekín
En Pekín 2008, Mireia Belmonte, de 17 años, compartió habitación con Nina Zhivanevskaya, una de sus referencias, medallista olímpica como española en Sidney 2000. Aquella niña tímida y de ojos azules le contó que su sueño era también alcanzar un podio olímpico, y que no cejaría en su empeño hasta lograrlo. Por aquel entonces Mireia era una campeona del mundo júnior e incluso de Europa, alternaba los estilos con la braza y la mariposa, y aún no se había especializado en las pruebas de larga distancia.
Antes de Londres 2012 conoció a un francés llamado Fred Vergnoux en el CN Sabadell que le ayudó a desarrollar todo su potencial. Vergnoux le inculcó un método, le añadió pruebas como el 800 y el 1.500 libre, y le dio la confianza que necesitaba. Porque Mireia siempre estaba dispuesta a todo. No le importaba concentrarse cuatro semanas en Sierra Nevada, recluida, pensando solo en vencer al reloj. Ni residir en el CAR de Sant Cugat, ni embarcarse en giras, estadías y nuevos experimentos para cuidar todos los detalles.
Fruto de eso, Mireia explotó en Londres 2012. Primero en el 200 mariposa, cuando logró la plata, medalla que repitió en el 800 libre. Pero su gran obra, después de sus primeras medallas mundiales en Barcelona 2013, llegó en Río 2016. Se obsesionó tanto con el oro olímpico que el día de la final tenía cada brazada en la cabeza. Y lo logró. Oro y bronce, cuatro medallas. Historia. En 2017 añadió el título de campeona del mundo a un 200 mariposa que ahora solo presenta a 17 nadadoras a unos Juegos.
Allí cambió la historia de Mireia, ya con 27 años. "El oro olímpico lo llena todo", repitió. Mireia se sació y, además, le empezaron a aparecer problemas derivados del estrés (vómitos) y del desgaste de su cuerpo (inglés y hombros). Aún así, llegó a Tokio. Y fue cuarta. A 23 centésimas del bronce. El relevo 4x100 estilos despide así sus Juegos. Y, según dice la lógica, una carrera olímpica que no habría soñado ni aquellas noches de Pekín durmiento junto a Nina Zhivanevskaya.
Lidón, apeada de unos 50 con récord olímpico
Pese a completar una buena serie y ganar su su prueba, la nadadora del CN Sant Andreu Lidón Muñoz no pasó el corte a las semifinales en el 50 libre. Suas 25.10 no fueron suficientes al superarla hasta 22 nadadoras de las tres siguientes series. La australiana Emma McKeon, que ya suma cuatro medallas olímpicas en Tokio, estableció el récord olímpico con 24.02.
En categoría masculina, Caeleb Dressel marcó territorio con 21.32, el mejor tiempo. En las semifinales de los 1.500 libre, la última prueba, el mejor tiempo fue para el ucranio Mykhaylo Romanchuk.