La grandeza de Ledecky
La estadounidense reconoce que hubo gente que “dudó” de ella y que hizo todo lo posible para “eliminar juicios”. Este lunes nadó 2.100 metros en competición en tres pruebas.
La imagen choca porque Katie Ledecky ha marcado una época, y lo seguirá haciendo. Pero no es habitual verla en el segundo cajón del podio escuchando el himno de otro país y con una plata en el pecho. De hecho, hasta el Mundial de Budapest de 2017 no había perdido ni una carrera individual. En cinco años, en cuatro campeonatos (Mundiales y Juegos) había sumado 12 títulos en 12 carreras en hasta cuatro disciplinas, 200,400, 800 y 1.500 libre.
Pero no hay máquinas infalibles ni que se abstengan de la irrupción de otros talentos. En 2017, Ledecky cayó en los 200 libre en Budapest ante la incombustible Federica Pellegrini. Y en el Mundial de Gwangju de 2019 y este lunes en los Juegos de Tokio una australiana, Ariarne Titmus, le ha superado en el 400 libre. “Es solo una carrera. Se adelantó en el último 50, intenté apretar pero no llegué. Estoy orgullosa de cómo nadé”, destacó después en sala de prensa.
Sobre sus hombros siempre recayó una enorme responsabilidad desde que en Londres 2012 sorprendiera con el récord mundial y el oro en los 800 libre. Predestinada a marcar una época, Ledecky fue construyendo una figura de chica de mármol, sólida en sus pruebas, eterna. Y cuando no ganó siempre percibió una corriente de opinión que le ha hecho daño. “La gente dudó demí, y tuve que superar esa duda. Hice todo lo posible para eliminar juicios. Y realmente creer en mí. Hacer mi mi segundo mejor tiempo en los 400 libre me da confianza aunque haya gente que no lo vea así. La mayor victoria es sentir amor por la carrera que has hecho”, espetó.