Estados Unidos se estrella en la primera curva
Los americanos caen después de 24 victorias seguidas en Juegos Olímpicos. Francia fue de menos a más, con un espectacular Fournier (28 puntos).
En 2004 Estados Unidos, la todopoderosa potencia del baloncesto mundial, se estrellaba en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Atenas ante Argentina. 25 partidos y 24 victorias después, los americanos han vuelto a perder un partido en unos Juegos. Ha sido a las primeras de cambio, ante su bestia negra de los últimos tiempos. Una selección francesa que ya les eliminó en el Mundial de 2019 y que hoy les ha vuelto a demostrar (83-76) que a estas alturas de siglo XXI, si no llevan a su mejor equipo posible, ya no son intocables. Y eso que a Francia le costó al principio y se fue al descanso haciendo la goma, con Evan Fournier sujetando primero para, a la vuelta del descanso, desatarse y dar la vuelta al encuentro en un tercer cuarto demoledor (25-11 de parcial). El escolta de los Celtics fue el mejor del partido con 28 puntos, muy por encima de las estrellas rivales. Kevin Durant ni siquiera pudo coger ritmo de partido acuciado por las faltas que le acabaron eliminando, y Damian Lillard sólo brilló en momentos muy puntuales.
Los franceses comenzaron intentando alargar las posesiones, frenando el ritmo de juego y metiendo balones en la zona, donde tenían ventaja de altura. Pero Gregg Popovich había pensado en esto último y cambió su supuesta alineación titular, dando entrada a Draymond Green en lugar de Jayson Tatum. Aunque el de los Warriors apenas le saca 2 centímetros al de los Celtics, se trata de un jugador interior que, además, es uno de los mejores defensores de la NBA. Junto a Adebayo y la envergadura de Durant, la zona americana echó el cerrojo y Francia comenzó a atascarse en ataque muy pronto.
Ni Yabusele y Fall eran capaces de imponer la potencia o los centímetros, respectivamente, y sólo Gobert dominaba el rebote defensivo (7 al final) y, ya bien entrado el segundo cuarto, comenzaba a marcar diferencias en ataque. Hasta entonces fue una guerra desigual entre Evan Fournier, el único francés realmente entonado desde el principio, y todos sus rivales. Cuando no era Durant, era Lillard el que castigaba desde fuera. O Tatum al contraataque. O Jrue Holiday (sorprendente nada más llegar de jugar las Finales de la NBA) metiendo una intensidad endemoniada. Para colmo, el 1/11 en triples al descanso para Francia era el clavo que faltaba en su ataúd, del que momentos de inspiración de De Colo (por calidad) o de Batum (por veteranía) no conseguían sacar. A pesar de todo, el marcador al descanso (37-45) dejaba claro que estos Estados Unidos, siendo favoritos, ya no son tan temibles como en pasadas ediciones.
A todo esto, Guerschon Yabusele había dejado la cancha cojeando y con ayuda mediado el segundo cuarto. El cuatro titular, con el que Vicent Collet quería igualar el despliegue físico americano, se quedaba en el banquillo viendo sentado cómo era Vicent Poirier quien salía en su lugar tras el descanso. Con las dos torres en pista (Gobert-Poirier) esa ventaja interior comenzó a notarse de verdad y se aprovechó de ella Fournier, que comenzó a castigar sin disimulo la defensa cada vez más cerrada de los americanos. El escolta fue la estrella del encuentro y se fue a 28 puntos. En ese tercer cuarto se juntó el despegue de De Colo (13 tantos, 5 rebotes y 5 asistencias) y el apagón general en ataque de su rival, al que los problemas de faltas de Durant (estuvo en pista sólo 20 minutos, el quinto de su equipo) metieron en un callejón oscuro.
El 25-11 de parcial hacía saltar todas las alarmas, con los franceses seis arriba al comienzo del último parcial. Fue entonces cuando Jrue Holiday dio un paso adelante, tanto en defensa (su especialidad) como en ataque (18 puntos), sosteniendo a los suyos e incluso impulsando una contraremontada que volvió a poner a Estados Unidos por delante. Así estuvo hasta el último minuto de encuentro. Quizá si sus dos compañeros de Finales NBA (Middleton y Booker) hubiesen estado al mismo nivel que él a EE. UU. no se le habría escapado la victoria. Pero lo raro fue lo del base, que llegó a Tokio apenas 24 horas antes del encuentro. Del resto, los Tatum, LaVine, Lillard, Green... no había noticias desde hacía un buen rato. Dos canastas fáciles en la esquina asistidas desde saque de fondo, consecutivas para pesadilla de Popovich, dejaban el marcador en un suspiro (72-74). Y, a 57 segundos del final, tras una asistencia desde el suelo de un Yabusele ya restablecido que acabó tirado en medio del banquillo rival para salvar la posesión, Fournier metía un triple que se clavó como una estaca en el corazón estadounidense (76-74). Los americanos tuvieron después cinco ocasiones casi seguidas para empatar o ganar, con varios triples liberados (Durant y Holiday) que se estrellaron en el aro. A partir de ahí, la rueda de tiros libres confirmó la primera sorpresa del baloncesto olímpico en Tokio. Una victoria de Francia que ya no nos puede sorprender como lo hizo hace 17 años, cuando Argentina dejó a Estados Unidos fuera de la final olímpica de Atenas.