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JUEGOS OLÍMPICOS | TAEKWONDO

Adriana Cerezo, la cerebrito que aprendió viendo a Jackie Chan

La primera medallista española es la madrileña de 17 años. Su abuelo Jose la metió el gusanillo de las artes marciales con pelis de Chan y Bruce Lee.

TokioActualizado a
Adriana Cerezo, la cerebrito que aprendió viendo a Jackie Chan

Igual se saca un 13 sobre 14 en la reciente EVAU como se cuelga una medalla olímpica. Siempre en ebullición. Así llegó con 11 años al gimnasio Hankuk de Jesús Ramal en San Sebastián de los Reyes ("¡Vaya con la renacuaja!", recuerda su técnico, que no está en Tokio por las restricciones). Y así sigue Adriana Cerezo, que tenía previsto estudiar Bioquímica, pero que finalmente se decantó por Criminalística.

Su abuelo Jose le metió el gusanillo de las artes marciales con pelis de Jackie Chan y Bruce Lee. Y la llevó a un gimnasio a hurtadillas de sus padres. Al principio, sufrió problemas de ansiedad en competición en Alcalá de Henares, donde vive, recaló en el Hankuk porque su familia regenta un negocio de decoración en las inmediaciones y allí se quedó. Ramal introdujo en su preparación el mindfulnes y fue mano de santo. "La herramienta de la meditación me viene muy bien para concentrarme", reconoce ella y demostró entre asalto y asalto. Bien arropada por los suyos, prefiere seguir viviendo en casa que entrar en el Centro de Alto Rendimiento de la Blume. 

Cerezo dio "el golpe sobre la mesa", cuenta Ramal, ganando el Europeo Sub-21 en 2019 con sólo 16 años. Desde 2016, entonces cadete, había participado en 32 campeonatos internacionales con un balance de 32 podios (28 oros). En categoría absoluta ha seguido arrasando. En abril se proclamó campeona de Europa absoluta y la Federación le dio la oportunidad de ir al Preolímpico. Y ganó, claro. 

"No soy muy friki de otros deportes, pero sigo al fútbol y al Barça", se ríe, aunque estos días se ha fotografiado con Garbiñe Muguruza, por ejemplo. Con el confinamiento, Adriana ganó tiempo para ir a Tokio. En 2020, quizá, le hubiese venido grande. Y no dejó de entrenar. "A su padre lo tenía frito ¡le provocó hasta una fisura de costillas! El pobre ayudó todo lo que pudo", revela Ramal, que trabaja con el Comité Olímpico de Finlandia formando luchadores y pronto comenzó a mover a Adriana por todo el mundo (Australia, Finlandia, Alemania..), lo que le ha aportado soltura y desparpajo. Así ha madurado rápido. Hasta explotar con sólo 17 años. Medallista olímpica.