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JUEGOS OLÍMPICOS

Tajikistan y Kirguistán: los negacionistas de la ceremonia

Ambas selecciones contaron con deportistas que no llevaron mascarilla en el desfile en contra de las reglas de Tokio 2020. Fueron fieles a su política.

La delegación de Kirguikistan.
Reuters

Una vez la pandemia se instaló en las vidas de la gente de todos los rincones del mundo y acabó con la normalidad, por ejemplo el deporte, un país siguió como si nada ocurriera. La liga de fútbol de Tajikistan se convirtió en la única que siguió su curso fruto del negocionismo de su presidente, Emomali Rahmon, que se pasó meses sin aceptar la existencia del virus hasta que en abril pasado tuvo que rectificar y empezar a tomar medidas.

Fiel a esa política y a esa creencia, su delegación ha sido junto a Kirguistán y a los abanderados de Pakistán quienes han desfilado sin mascarilla en la ceremonia inaugural. Curiosamente, dos posiciones más atrás salió la República Checa, que ha sufrido un brote a causa de su viaje a Tokio y se han infectado ya seis miembros (cuatro deportistas, un entrenador y el médico). Los deportistas (la delegación era poco numerosa, no llegaba a la decena de personas) han salido sin mascarillas durante todo el recorrido en el Estado Nacional. Por el momento, se desconocen las reacciones de otros países.

El pasado 21 de junio, el presidente de Tajikistan salió a hablar públicamente después del nuevo aumento de casos en el país. Sus intervenciones son esperpénticas. "Muchas de estas personas, durante el calor de principios de junio, bebieron agua excesivamente fría, e incluso helada, y nadaron en aguas frías. Las personas que van al médico suelen tener altas temperaturas. Pero no tienen coronavirus, tienen tuberculosis", dijo el ministro de Salud, Radioi Ozodi.

Los números en Tajikistan fueron alarmantes aunque lo niegue el gobierno, según los datos mortalidad. Mientras el presidente recalca que solamente han muerto 90 personas por coronavirus desde el comienzo de la pandemia, em 2020 las muertes crecieron 8.649 personas. En Tokio fueron fieles a la política de su país.