Un nuevo rol para Carlos Marín
El meta almeriense vivió su primera suplencia por decisión técnica en la era Ania, rememorando pasajes de la temporada 21-22
Carlos Marín se ha ganado a pulso ser uno de los iconos de la nueva era del Córdoba coincidente. Desde su llegada en la temporada 21-22, se ha significado por ser determinante desde la portería y prueba de ello es que le contemplan dos ascensos y un título de la Copa Federación como blanquiverde.
En números, esa constancia le ha dado para rebasar la histórica barrera de los 100 encuentros. Pero, como ocurre en la vida, nuevos tiempos y nuevas situaciones. Así se vislumbraba cuando el club entendió que tenía que acometer un movimiento de mercado el pasado mes de julio. Entonces, anunció la contratación de Iker Álvarez, procedente del filial del Villarreal. Y esa coyuntura hacía ver que se buscaba más competencia en la portería que en temporadas precedentes.
Con todo, su estatus le dio para iniciar como titular, avalado por grandes actuaciones en la pretemporada donde comenzó lo que se podría entender como un pulso interno con el internacional andorrano. Pero, tras la derrota contra el Andorra FC, Ania decidió cambiar en la portería, algo que en el fútbol actual también se ve con mayor asiduidad. De ahí que Carlos Marín viviera una situación casi inédita: suplencia por decisión técnica contra el Racing de Santander.
Porque con Ania sólo una coyuntura de fuerza mayor le llevó hasta el banquillo. El curso pasado, el meta almeriense se lesionó a mitad de la segunda vuelta y tuvo que dar la alternativa en el fútbol profesional a Ramón Vila. Fue en La Romareda ante el Zaragoza y siguió en el partido contra el Elche en El Arcángel. Pero tal era la confianza del asturiano en Marín que lo puso hasta en los últimos partidos de Liga cuando el objetivo ya estaba cubierto.
En la temporada 23-24, Marín fue clave para el ascenso a Segunda División. Entonces, sólo se perdió dos partidos, al margen de los minutos finales ante el Murcia, donde fue expulsado en la segunda jornada por una acción de corte fuera del área. Lluís Tarrés lo sustituyó en San Fernando tras la sanción y también en la última fecha de la temporada regular ante el Algeciras con el fin de tomar riesgos de cara al play off de ascenso.
Tal vez, en la temporada 21-22, la de su llegada al Córdoba, fue donde vivió una situación más parecida a la actual. Entonces, el club hizo una apuesta fuerte por Felipe Ramos, portero curtido, y vio en Marín una interesante alternativa con ficha sub23. Además, con el aval de haber pasado por canteras tan potentes como las del Atlético de Madrid o el Real Betis. Ramos comenzó como titular, pero Germán Crespo, entrenador entonces, optó por hacer rotaciones en la portería hasta que llegó la decimoquinta jornada. Llegados los partidos de la verdad, su apuesta fue Carlos Marín para certificar el ascenso a Primera Federación por la vía rápida.
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Y en Primera Federación, durante el curso 22-23, Crespo cambió el modelo. Marín fue titular, dejando a Ramos sin opciones más allá del partido de Copa ante el Cacereño. De hecho, sólo se quedó fuera en la última jornada de esa Liga para darle entrada a Picón, quien hacía las veces de tercer portero. Esa decisión correspondió a Manuel Mosquera, quien acabó la temporada en el banquillo tras el hundimiento del equipo en la segunda vuelta en la que, prácticamente, sólo mantuvo el nivel el almeriense, quien ahora tiene que asumir un nuevo rol.
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