Un examen final de seis jornadas
Carlos Martínez tiene ante sí el tramo final de campeonato para (además de certificar la salvación del Leganés) lucirse y optar al banquillo de la próxima temporada.
A Carlos Martínez, entrenador del Leganés, le resta apenas un mes y una semana de margen. Es el tiempo que falta para que la temporada 2022-2023 finalice en seis jornadas aún con tareas pendientes (en Butarque insisten en que la permanencia no está atada) y un objetivo personal al alcance del extremeño: lucirse en el cargo, lograr los mejores resultados posibles y consolidar su candidatura como una de las que el club tenga en cuenta en el proceso de selección del nuevo entrenador.
Porque el dueño del próximo banquillo pepinero es una incógnita. Cerrado el proceso de abrupta sucesión de Imanol Idiakez con la presencia de Martínez (aunque inicialmente su nombre casi que ni se tenía en cuenta), ahora queda por escudriñar un futuro cargado de tareas. Un año después de la venta del club a Blue Crow Sports, está por ver si el holding estadounidense impondrá muchos cambios o apostará por cierta línea continuista.
El Leganés de Blue Crow 2.0
Por el momento, 13 jugadores finalizan contrato o cesión, lo que obligará a un mercado estival intenso, bien sea para atar piezas del actual bloque, bien para incorporar nuevas que redefinan el proyecto. Tarea gigantesca en la que el rol de entrenador se presupone fundamental. Primero, porque la presencia de un técnico u otro puede ser importante para atraer jugadores de un perfil o de otro. También para alentar ciertas renovaciones.
Además, la propiedad insiste en que el objetivo que tiene para el medio-largo plazo es el de devolver al club a Primera División, tarea que, sobre el imaginario colectivo, parece más fácil resolver con un entrenador experimentado. Con todo y con eso, la primera apuesta de Blue Crow fue un entrenador como Idiakez, sin apenas recorrido en Segunda, aunque sí una carrera dilatada en otras categorías o cargos. Está por ver si el criterio de la experiencia sigue pensando poco o, por el contrario, se modifica y tiene mayor carga. En todo caso, la decisión apunta a que será, de nuevo, exclusiva de los dueños. En la temporada pasada no se contó con la dirección deportiva para escoger al preparador.
Balance a favor y en contra
Así las cosas, el escaparate del curso actual toma más importancia que nunca. Es la forma que Carlos Martínez tiene de derribar el lugar común de que, sin currículum en Segunda, no se puede aspirar al ascenso. A su favor, por ahora, haber sacado al Leganés del atolladero (dos partidos, dos triunfos, portería a cero), un modelo ofensivo y atractivo de juego, haber calado bien en la plantilla y haberse ganado el cariño de una afición que lo tiene como leyenda de sus años como jugador blanquiazul.
Además, el calendario que le espera al Leganés es buena prueba de fuego para ver si el preparador está preparado para gestionar partidos de alta intensidad sin el impulso lógico que implica un cambio de técnico. Al equipo le restan seis jornadas, con cuatro visitas a cuál más compleja: Alavés, Tenerife, Burgos y Granada. En casa, dos partidos más: Huesca (candidato al playoff) y Andorra (candidato también, aunque con menos energía). Así pues, si el Leganés resuelve estas seis jornadas con tino, podría terminar en alto por primera vez una temporada desde que en 2019 Pellegrino cerró la penúltima campaña en Primera con incluso matemáticas opciones europeas para los partidos finales.
Prueba de fuego que, por ahora, el técnico afronta con dualidad de miras. En el plazo corto, insiste por activa y por pasiva que su objetivo siempre será el siguiente partido. Obsesión que ya le ha servido para ganar a Ponferradina y Villarreal. En el plazo largo, sin embargo, admite que le encantaría postularse para el puesto y que espera que esta “candidatura” sea tenida en cuenta como una más. Seis jornadas tiene para que así sea.