Fernando Soriano, de crucificado por la afición del Depor al aplauso
El mercado de verano despierta la ilusión en los seguidores coruñeses. Fichajes como Stoichkov, Luismi o Loureiro y mantener a Yeremay han devuelto la confianza en el director deportivo.


Este mes de enero Fernando Soriano y Massimo Benassi vivían su momento más complicado en el Deportivo. Director deportivo y director general estaban en el ojo del huracán tras la salida de Lucas Pérez, un shock del que la afición culpaba a ambos dirigentes. La tensión subió de decibelios con peticiones de dimisión en el estadio de Riazor e incluso la entidad blanquiazul llegó a denunciar ante la policía “amenazas e insultos a varios miembros del club”. Sólo ocho meses después, Soriano ha pasado de señalado a aplaudido después del intenso y positivo trabajo de la secretaría técnica durante este verano.
La historia de Fernando Soriano en el Deportivo comenzó en mayo de 2023, días después de la debacle de Castellón que provocó un terremoto que se llevó por delante desde el presidente (Antonio Couceiro), al entrenador (Rubén de la Barrera) y casi todo lo que había por medio. Su primer y único objetivo era el ascenso a Segunda, algo que logró de forma directa el 12 de mayo de 2024, casi exactamente un año después de llegar, con Imanol Idiakez como elegido para el dirigir banquillo. Un éxito que además vino acompañado por el ascenso del Depor Abanca a Liga F.

Aquella temporada fue tensa hasta el parón invernal, con dos ultimátum salvados por Idiakez, para luego convertirse el Depor desde el mes de enero en un rodillo hasta el ascenso. Su remodelación de la plantilla fue muy extensa con aciertos notables como Ximo Navarro, Pablo Vázquez, Germán o Barbero, pero también con sonoros fracasos como los de Salva Sevilla, Valcarce o Cayarga. Eso, unido a un flojo mercado invernal (Alcaina, Eric Puerto y Quintero) comenzó a provocar el recelo de la afición hacia el director deportivo zaragozano.
En el fútbol profesional
Asentarse en Segunda tras cuatro años en el barro fue el siguiente reto que acometió Soriano y durante el que fue creciendo la desafección con la grada. Primero un convulso cambio de banquillo con la salida de un Idiakez en el que no había plena confianza. Luego la llegada de Óscar Gilsanz, un hombre de la casa que aterrizó tras fallar otras opciones y en el que había dudas. La remodelación de la plantilla supuso la llegada de 12 fichajes, de los que sólo Helton, el lateral izquierdo (Escudero-Obrador) y en el tramo final Zakaria Eddahchouri, fueron titulares fijos. Escaso bagaje con fracaso de dos fichajes que debían de marcar diferencias: Patiño, que empieza a explotar ahora y un Bouldini que acaba de salir cedido rumbo a Granada. Un malestar que se unió a un deficitario mercado invernal.

Con un tope salarial de la zona alta (el tercero en teoría con 14,76 millones tras la revisión de enero) y la propia historia del club, las expectativas se fueron acomodando hacia la realidad de la permanencia, lograda, eso sí, de forma holgada. El cóctel se convirtió en volcán con la salida de Lucas Pérez en el mes de enero. El de Monelos, icono blanquiazul y símbolo del ascenso, se marchaba enfrentado al club y con la afición de uñas con Soriano y Benassi, a los que señalaban como culpables. Las dudas sobre la continuidad del director deportivo en el club estaban en la calle, aunque realmente nunca las hubo de forma interna.
Nueve fichajes y excedente colocado
Soriano comenzó este verano con la mochila cargada de recelo, algo que ha ido disipando paso a paso, operación a operación. La primera incógnita, la del entrenador, quedó pronto resuelta con la contratación de un Antonio Hidalgo que ha tenido una buena acogida. La llegada de jugadores como Luismi Cruz, Loureiro y Gragera fueron dibujando una sonrisa en la afición que además veía como las operaciones se iban cerrando a un ritmo más que aceptable. También ayudó las ideas claras que se transmitieron desde un primer momento con las demarcaciones a reforzar: centrales, un lateral, extremo para competir y complementar a Mella y Yeremay, mediocentro y delantera casi nueva.

A diferencias de otras temporadas, todas las incorporaciones estaban cerradas cuatro días antes del fin del mercado con los atacantes como guinda final. Primero Mulattieri, goleador en su estreno, y luego Stoichkov, en una operación cruzada que mandaba a un Bouldini que nunca cuajó al Granada. Un trabajo que ha logrado la aprobación de la afición blanquiazul, que se transformó en sonoro aplauso al lograr retener a Yeremay tras una nueva renovación a pesar de los 35 millones que ofrecía el Sporting de Portugal. Un éxito en el que también tuvo mucho que ver la intervención de Benassi y el convencimiento de Escotet en el proyecto.

El único punto de ‘descontrol’ en la planificación, más allá de no lograr el fichaje de Riki, fue la inesperada salida de Helton Leite al Fortaleza brasileño al pagar la cláusula. La solución de última hora para la portería fue el fichaje del austríaco Bachmann, todavía inédito. El otro punto delicado estaba en el overbooking de un Depor que comenzó la pretemporada con 33 jugadores. Poco a poco llegaron las rescisiones, traspasos como el de Pablo Vázquez o Barbero y cesiones de canteranos para finiquitar la operación salida este lunes con la marcha a préstamo de Diego Gómez (Cartagena) y Ochoa (Arenteiro). Ingente trabajo con el comodín del Penafiel, club portugués comprado por Escotet en el que han acabado Davo, Iano Simao y Alcaina.
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Así, el Deportivo 2025-2026 se presenta con nueve fichajes (Bachmann, Quagliata, Arnau Comas, Loureiro, Noubi, Gragera, Luismi Cruz, Stoichkov y Mulattieri), tres fichas libres, dos canteranos en el grupo (Rubén López y Samu) y un total de 21 salidas. El resultado de este largo camino ha sido que en sólo ocho meses Fernando Soriano ha pasado de estar en el punto de mira de la afición al aplauso. Sólo van tres partidos de Liga y el Deportivo está invicto con 5 puntos, pero evidentemente es muy pronto para juzgar si los piropos que ha recibido la confección de la plantilla desde todos los ámbitos se plasma en el terreno de juego. Este año, a diferencia de la equidistancia de la temporada pasada, el director deportivo sí tiene marcado un objetivo a cumplir desde la cúpula del club: meterse en el playoff y pelear por el ascenso.
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