El gol tuvo un nombre y 19.983 apellidos
Que me disculpe Jordi Mboula, pero el primer gol al Mirandés ya lo marcó la afición del Racing. El disparo fue del catalán, pero la pierna iba cargada con la fuerza de 19.883 almas que están convirtiendo El Sardinero en el temible ‘Huerto del francés’ de antaño. El barro del norte ha quedado eclipsado ahora por el verdiblanco, el de unas gradas que cada vez rugen más y donde cada vez están más teñidas de racinguismo.
El Mirandés ayer ni aterrizó, como titulé en la crónica. En el minuto 1 ya se habían llevado el primer sopapo y de no ser por su portero, el partido podría haber quedado cerrado al cuarto de hora. Podemos hablar de bloques medios, ‘press alto’, los jugadores de la ‘tercera altura’ y demás frases que suenan muy bien, pero cuando tienes casi 20.000 tíos (y tías, que da gusto), las piernas te van solas.
Gabri tendrá pesadillas con él
De todas las ‘tres picas’ que concedí ayer, la más clara probablemente sea la de Marco Sangalli. El partido que se cascó ayer el donostiarra fue de un nivel muy pocas veces visto en un lateral de Segunda División, ya no sólo por lo que aportó en ataque (teóricamente su especialidad), sino por cómo defendió.
Y no lo tenía fácil. En frente estaba Gabri Martínez, uno de los jugadores más desequilibrantes del campeonato, tal y como pudimos ver en la ida al enfrentarse a un siempre férreo Mantilla. Pero ayer no pareció él, no consiguió irse ni una sola vez de Sangalli. Eso, y la música de viento que le acompañaba desde la grada cada vez que tocaba el balón hizo que fuera sustituido cuando su equipo más necesitaba su talento.
Ramón Juan evitó la goleada
Romo tuvo buen ojo, la verdad. Mientras el Racing se la pegaba con Solabarrieta y Víctor Alonso ya había convencido a Alfredo Pérez para fichar a Guillermo Fernández Romo, éste ya se encargó de dibujar su proyecto (que acabaría en ascenso) y, como marca su fútbol, empezó desde atrás, por el portero. Y al que había elegido se lo quería llevar en su mismo vuelo: Ramón Juan, un jovencísimo portero del Cornellà al que ya había entrenado dos temporadas.
Pero claro, lo mismo que vio Romo durante dos temporadas lo habían visto otros directores deportivos, entre ellos Chema Aragón, por aquel entonces del Mirandés. Entre que Víctor Alonso quiso regatear hasta el último céntimo y que Segunda División no es Primera Federación, Ramón Juan acabó en Anduva y 'Miqui' Parera acabó recalando en Santander. Y no fue malo el cambio.
Pero ayer vimos el porqué de la insistencia del que fuera entrenador del Racing. Ya sólo la mano que sacó arriba, casi sin tiempo, al remate potente de Juanca Arana tras la 'pifia' de Juan María dejó claro que ahí había portero. Alessio Lisci dijo luego en sala de prensa que el Racing les había dejado vivos en el primer tiempo. Pues yo creo que no, que el que los dejó vivos fue su portero, Ramón Juan.
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