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LEGANÉS

Dani Jiménez está de vuelta

El arquero fue héroe pepinero en Alcorcón, ante la que fue su afición. Sus buenas intervenciones aplacan el malestar por su amago de salida.

Dani Jiménez el pasado fin de semana en el Alcorcón-Leganés.
JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Volver es un verbo complicado. A los porteros les cuesta mucho conjugarlo en su fratricida competencia entre palos. Todos dicen que les viene fenomenal tener a un compañero al lado que se lo ponga difícil. Pero cuando no juegan, la pesada competencia se les cuelga de la comisura hasta hacerles torcer el gesto en un fenómeno directamente proporcional al tiempo que pasan alejados de la meta. A más suplencia, más ceño fruncido. El proceso lo conoce bien Dani Jiménez.

El guardameta de Leganés, fichaje estrella del mercado invernal de 2022, se pasó buena parte de la pasada temporada en arresto domiciliario bajo el techo de un banquillo que, llegado a un momento, se le hizo cárcel. Casi, casi Alcatraz. Una lesión y Riesgo le quitaron el puesto sin opción al pataleo. La temporada del ya retirado guardameta de Deba fue excelsa. Incontestable. Quizá por eso, al verse ante un muro infranqueable (para él, para los rivales) decidió tirar por la calle de en medio y reclamar su salida del club cuando faltaban apenas 48 horas para el cierre del mercado invernal de 2023.

Al Lega le hacía un roto, pero acabó aceptando un órdago que no cuajó porque, en el último segundo, el propio Dani se retractó. Aquello abrió una cicatriz en la imagen de este experimentado lebrijano (33 años) que en parte sigue abierta al sur de la capital, pero que ha empezado a cauterizar como mejor sabe hacer: volando de palo a palo. Evitando goles imposibles. Luciendo capa de Superman por esos campos de España, que dice el himno blanquiazul.

Nueva era

Con la retirada de Riesgo y pese al fichaje de Diego Conde (el club lo ató rápido en previsión de que Dani amagara de nuevo con la salida), Borja Jiménez, el nuevo entrenador del Leganés, le ha dado la confianza de ser el nuevo titular indiscutible de su pizarra en una confianza que, en solo dos jornadas, este guardarredes experimentado ya ha devuelto con creces. Ante el Andorra, en el debut, supo sostener a su equipo cuando se lanzó a tumba abierta en busca del empate.

En varios momentos se mostró felino para mantener viva la esperanza (aunque el Leganés acabó cayendo 0-1) y, de paso, empezar a reparar el corazoncito roto de muchos hinchas que, tras su amago de salida, ya no le veían con los mismos ojos. Una jornada más tarde, el pasado sábado, repitió milagros, aunque esta vez con mejores consecuencias para su equipo. En Santo Domingo, ante el Alcorcón, Dani Jiménez fue sudoku indescifrable para los alfareros, incapaces de batirlo, aunque lo rozaron hasta en dos ocasiones.

Dani Jiménez ataja un remate de Obi en el duelo ante el Alcorcón del pasado sábado.
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Dani Jiménez ataja un remate de Obi en el duelo ante el Alcorcón del pasado sábado. JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Beato en Santo Domingo

Mosquera y, sobre todo, Jacobo, fusilaron al amanecer al cancerbero visitante hasta forzarle a desplegar su mejor cosecha gourmet de estiradas imposibles. Al primero le metió la mano abajo, pegada al palo, tras un zurdazo envenenado que se coló entre un manglar de piernas. Al segundo, le repelió acrobático un cañonazo sólo ante su portería.

Suficiente para mantener a flote a los suyos para que, cambio de intensidad mediante, los pepineros vencieran y se llevaran el partido por 0-2. Una actuación soberbia que agitó el péndulo de sensaciones con las que acudió a la que fue su casa. Tras seis temporadas y media, buena parte de los que un día le jalearon como ídolo, lo bañaron de silbidos. Volver, especialmente en el fútbol, es un verbo complicado.