Un Espanyol al borde del precipicio
El equipo perico, que estrelló dos postes, marcó un gol anulado por fuera de juego y rozó el 1-0 pero se estrelló con Conan, desaprovecha una gran oportunidad para coger aire en la tabla.
Después de de diez kilómetros extenuantes, Haile Gebrselassie adelantó a Paul Tergat en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 en un final al sprint, decidido solamente por nueve centésimas. Un detalle, una uña, como la que le hizo ganar uno de los ocho oros a Michael Phelps en los Juegos de Pekín 2008, en la prueba de 100 mariposa ante el serbio Milorad Cavic. De pasar a la historia a ser subcampeón, como el pie de Iker Casillas que salvó el gol de Robben en la final del Mundial de 2010 o el lanzamiento de Miki Oca que impidió que la España de waterpolo de 1992 ganara el oro ante Italia en las Piscinas Picornell. El deporte está lleno de situaciones limítrofes, que pueden cambiar el curso del destino. No era una final al uso el encuentro entre el Espanyol y el Cádiz, pero el equipo de Luis García mereció un triunfo que hubiera ratificado las opciones de salvación. Se topó con esa uña de menos o esa centésima de más al dar un pase o armar un remate de cabeza, y engordó ese listado del que pudo ser y no fue de esta campaña.
De la fiesta a los nervios
La realidad del Espanyol fue esplendorosa antes de que empezara a rodar el balón. Primero, con el recibimiento por todo lo alto cuando llegó el autocar del equipo; después, con la fiesta que se vivió a ritmo de música noventera en el estadio antes de la salida de los futbolistas y, especialmente, con ese ambiente mágico, tan inusual en un RCDE Stadium que alcanzó los 28.000 espectadores. Lejos de llevar a hombros al Espanyol, los blanquiazules, que formaron con una línea de cinco defensas en la que destacó la titularidad de Pedrosa un año después, empezaron nerviosos, sin claridad con el balón, lo que desencadenó una primera parte insulsa en la que el Cádiz mostró más firmeza y tuvo el 0-1 en los pies de Sergi Guardiola. El Espanyol se cargó de amarillas (tres en el minuto 30′) y solo encontró portería en los lanzamientos a balón parado de Melamed, con un pie de seda, de nuevo el más vertical cuando recibió en buenas posiciones.
Un vendaval sin acierto
Pero todo cambió al descanso. El Cádiz, que venía a buscar el 0-0 (lo dijo abiertamente Sergio González en la sala de prensa), se atrincheró en su portería y el equipo perico, menos presionado en la salida, encontró más veces a Melamed o Braithwaite por dentro. Y los goles pudieron llegar. Lejos aún Pedrosa de tener esa velocidad diferencial, el equipo encontró otros asistentes. Primero con un remate al palo de Joselu a centro de Darder, un balón teledirigido marca de la casa del de Artà, impreciso pero con algunos destellos como sus dos pases de gol al delantero internacional, que está gafado desde hace meses. El primer remate tocó el palo y se paseó por la línea. Un soplo de todo el estadio hubiera metido el balón para adentro, pero no llegó, como tampoco el pase de Melamed a tiempo en un contraataque de libro en el que participó primero el danés, luego el canterano y finalmente el gallego, que la metió para dentro con un remate fabuloso pero estaba ya en posición inhabilitada por centímetros. Melamed tardó en dar ese balón, ese tiempo que al Espanyol siempre le juega en contra.
Una salvación cada vez más difícil
La atmósfera del RCDE Stadium era la misma que se vive en una final, como ocurrió en el césped. Luis García sacó a un Gragera más entonado en la segunda mitad y dio entrada a un Keidi Bare que le dio dinamismo y empuje, mientras que Melamed fue de nuevo el cambio de Puado. Y el Espanyol siguió volcado, con Aleix Vidal y Denis Suárez poniendo centros desde la derecha, y Conan sacando manos por doquier. No sufrió el Espanyol a campo abierto, fruto también del plan de partido de un Cádiz que prefirió mantener jugadores en campo propio. Se fue agotando el tiempo sin que el Espanyol consiguiera el gol. Fue el primer 0-0 de la temporada, que llegó el día más inoportuno.
Joselu acabó en el suelo, cabizbajo. Darder, con los brazos en jarra, la camiseta por fuera y la mirada perdida. El Espanyol corta la racha de seis derrotas pero el empate es insuficiente. Luis García sigue sin sumar una victoria en sus tres encuentros y ni la suerte, ni el tiempo ni los centímetros, acompañan a los blanquiazules, obligados ahora a superarse con alguna victoria inesperada. Ahora todo lo es. Nadie podría imaginarse esta situación, pero ha llegado. El Espanyol está al borde del precipicio y todo dependerá del viento, de centímetros y del aguante perico. Como ocurrió un viernes que salió cruz ante el Cádiz.